Cielo Naranja
Omar Rancier. Su pasión por Santo Domingo

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Hubo un tiempo en que  decir “arquitecto” era referirse a un oscuro profesional que diseñaba o administraba, ejerciendo una especie de papado frente a la imagen de cemento y mezcla que rodeaba al ingeniero, su subalterno.

Desde los años ochenta hay un arquitecto que ha estado ampliando los anillos de Saturno de su profesión: opina no sólo sobre edificios, sino sobre el sentido social de los mismos. Organiza eventos, comparte su experiencia, no regateando su tiempo y sus esfuerzos para hacer de su ciudad la ciudad de todos; se le ve en paneles, se le lee o se comparte con él un mangú –si es que la Rubia lo deja- en su puesto de combate en la mesa ocho de la Cafetería El Conde.

Omar Rancier se ha convertido en uno de los ciudadanos y profesionales más constantes, apasionados e incisivos en torno al devenir de Santo Domingo. Fundador del mítico grupo Nueva Arquitectura junto a Emilio Brea, desde aquellas páginas del Nuevo Diario nos enseñó a ver y cartografiar otro espacio urbano, combinando las viejas teorías de Aldo Rossi con las siempre modernas de Henri Lefebvre, sin dejar atrás al siempre renovado Manuel Castells. A diferencia del “sentido común” de su profesión, Omar por lo general está en “el afuera” de la ciudad, viviéndola, sufriéndola como sujeto.

Revisar los ensayos y artículos de Omar Rancier de los últimos treinta años es situar el desarrollo de ese  Moloch que es la capital dominicana. El listado de intervenciones realizadas en esta primera colonia del Nuevo Mundo sería devastador: desde la ruptura de la escala centenaria en los alrededores del Parque Independencia debido a la instalación de Tele Micro, pasando por la destrucción progresiva del legado de Guillermo González –el Jaragua y el Jaragüita-, hasta la urbanofagia de la gestión municipal de Roberto Salcedo, donde todos los absurdos cuando no simple devastaciones sobrepasarían cualquier imaginario tropical.

Rancier no sólo ha dado cuenta de la catástrofe. Su espíritu siempre ha sido constructivo y amplio. Es de esos arquitectos que no sólo te habla de proyectos residenciales o del “palo” que dará con tal o cual contrata. Lo que hace en el CAD es no sólo asunto suyo, sino es de lo que menos habla, si es que habla. Lo básico en él es la pasión por la conservación y una visión de modernidad donde se potencie un perfil humano en vez de subsumirse el mismo en beneficio de particulares. Por esa vía se ha planteado lo que de revolucionario se gestó en la Era de Trujillo –el Centro de los Héroes como gran ejemplo-, a la vez que enfrentó lo fatal de transformaciones como las sufridas por el Parque Independencia desde mediados desde 1973 hasta el presente.

En Omar Rancier hay energía casi incombustible, que lo ha llevado a estar co-organizando la Bienal de Arquitectura, aparte de su paso por el Consejo de Asuntos Urbanos y sus multifunciones actuales al frente de la Facultad de Arquitectura de la UNPHU y su blog de arquitectura.

Salud para Omar Rancier, ciudadano vital de Santo Domingo.

http://www.cielonaranja.com

Espacio: Pensamiento: Caribe: Dominicano

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