Cielo Naranja
Tommy García, la culebra, todo un personaje

<STRONG>Cielo Naranja<BR></STRONG>Tommy García, la culebra, todo un personaje

Es peligroso decir “Tommy García”  en los ambientes culturosos de Santo Domingo.

Desde los días de “7 días con el pueblo” (1974) hasta ahora decir “Tommy García” es dejar  que se rompan los grifos de los proyectos, que entren todos, mirar a Laura danzar con su grupo de Cuarto Camino desde una esquina, arrancar para la parte alta si es que hay que localizar a Luis Terror, ver si Vitico también aparece.

Prefiero seguir como los peces vivos y nadar contracorriente. ¡Qué mejor recuento de estos días que sacar a flote a los guillados, los del montón salidos, oh poeta  Bermúdez! Dentro de las apuestas más escasas en nuestro país por el anonimato, el trabajo serio, constante, la pasión por lo que se cree y el subrayar la trascendencia del low profile, ahí se puede encontrar al García.

Su lanzamiento a las aguas –léase, a las ondas herzianas- ocurrió hacia 1974. La mítica Radio Cristal fue su base, en unos tiempos donde se pensaba que finalmente la Era podría parir un corazón. Aunque hacía música, la presencia de Tommy en el grupo Nueva Forma –lo más granado del momento: Sonia Silvestre, Víctor Víctor y Claudio Cohén-, se daba detrás de la consola del estudio de grabación. De aquellos años salieron dos grandes aportes: el disco “Neruda, Raíz y Geografía”, una producción del inolvidable Joaquín Basanta, del que luego hablaremos, y el grupo   “Audio”, un encuentro de amigos que durante poco más de cinco años se reuniría los fines de semana en Casa de Teatro y luego en la Junta, sólo para oír música, pensar, fiestar, compartir.

En aquellos años 80, alrededor de Tommy se iría nucleando el movimiento más inteligente y transcendente de aquella recta final del siglo XX: la happy left. Entre sus muchas consignas, se podría destacar aquella de “ni prochino ni prosoviético, ¡promíscuos!”

Mientras el Gordo Oviedo estaba preparando la revolución desde el PTD, dejando que cualquiera hablara en los predios de la UASD mientras él tomaba nota en su libretica, y mientras Fafa Taveras proclamaba la “revolución inminente” –tal vez quiso decir “inmanente”-, Tommy García organizaba giras a Red Beach con el Terror Díaz en la parte trasera, litros de ron rellenos de azúcar negra, por recomendación del Dr. Luis Gallardo y uno que otro libro de Benedetti para despistar a Natacha González, Merche y compañía. Me refiero a Oviedo y a Taveras porque con el transcurso de los años, ambos reconocerían tanto la importancia tardía de la happy left aunque no así la figura de Tommy García en esos meandros, aunque tal reconocimiento está en vías de producirse, según las malas lenguas de la Peña de Gordo.

Tommy García dispone de la mejor biblioteca privada sobre música y la discoteca más completa en cuanto a la Nueva Trova. Pero esto es solo peccata minuta: lo más importante es que Tommy también lee, discute y comparte. Y sobre todo: El García vive.

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