CIELONARANJA
Danilo A. Mieses, el historiador
de la Filatelia Dominicana  

<STRONG>CIELONARANJA<BR></STRONG>Danilo A. Mieses, el historiador<BR>de la Filatelia Dominicana<STRONG> </STRONG> 

POR MIGUEL D. MENA
El título de «historiador» está de moda. Nunca como ahora nos habíamos propuesto remover lozas, llegar al fondo de los estantes, rescatar nombres, fechas, hurgar en la última neurona para recordar cualquier detalle de importancia. Al parecer, ahora tenemos más historiadores que poetas, lo cual nos quiere decir que algo se está moviendo dentro de los meandros del «saber lo dominicano».Dentro de esta

fiebre por los relumbres de Clío, hay una raza de historiadores que se va extinguiendo pero de la que todavía hay algunos respetables –aunque no muy publicitados- representantes. Pienso en aquellos que conciben el pasado y sus productos como objetos para precisar, comparar, situándolos en sus justas medidas, presentándolos luego como un bloque de vasos comunicantes.

Danilo A. Mueses pertenece a la familia de Apolinar Tejera, Alcides García Lluberes, fray Cipriano de Utrera, Emilio Rodríguez Demorizi y Vetilio Alfau Durán. Su obra es densa, erudita y concentrada: todo gira en torno a la filatelia. 

Su opus magnum se titula «Emisiones postales dominicanas, 1865-1965». Fue publicada por el Banco Central de la República Dominicana en 1999. Otras obras suyas son «Manual de filatelia», «Seebeck. ¿Héroe o villano?» (1988), «De falsificaciones y falsificador», obra que le mereció en 1993 el Premio Literario de la Federación Internacional de Filatelia «Álvaro Bonilla Lara», y «Los sellos clásicos de la República Dominicana» (2001).

Ante la necesidad de contestar preguntas de filatélicos alemanes, nos dirigimos en diciembre de 2007 al escritor José Alcántara Almánzar, diligente director del Departamento de Cultura del Banco Central, quien inmediatamente nos hizo llegar el texto.

Al principio el deseo no iba más allá que de disponer de un catálogo con los sellos dominicanos. Inmensa fue la sorpresa, sin embargo, al leer el libro de Mueses.

«Emisiones postales dominicanas, 1865-1965» es la historia no solamente del sello sino de nuestra comunicación postal. Es mucho más…

La obra se compone de treinta y seis capítulos y una bibliografía. Del primero al quinto, se analizan las comunicaciones epistolares durante la Colonia, la Primera República y la Ocupación Española.  Mueses presenta datos, precisa fechas, sitúa la manera de recibir y entregar correo, describe las condiciones en que desde lo público y lo privado se concebían las comunicaciones.

En el capítulo cuarto, titulado «Los clásicos», arranca propiamente el estudio de las emisiones postales: fue el 20 de septiembre de 1865, cuando, durante el gobierno del general José Ma. Cabral, se promulgaron los primeros decretos correspondientes a la emisión de sellos y disposición del sistema de correo.

Mueses ubica los inicios del correo nacional y de los sellos dentro del contexto internacional. Los sellos no solamente surgieron como elemento de valor y formalización de la comunicación epistolar, sino que tuvieron un gran efecto multiplicador: produjeron todo un vuelco en la manea de percibir los países, impulsaron nuevas pasiones, negocios e industrias –como el de la filatelia-, redefinieron la imagen de lo nacional e incluso formalizaron aspectos de la ideología dominante.

Así vemos cómo una emisión de 1900, donde se presenta un mapa de la isla de Santo Domingo, donde las fronteras de entonces correspondían más bien a los límites trazados por el Tratado de Aranjuez de 1777, generó problemas con el Gobierno de Haití.

«Emisiones postales dominicanas»  es un trabajo de filigrana.  Apoyado por una impresionante documentación, narra la manera en que los sellos de entonces a veces eran, no solamente falsificados, sino que llegaron a ser hasta inventados en los Estados Unidos.

Cada serie de sellos es presentada en sus valores, números y lugar de emisiones, importancia del tema presentado,  e incluso se ofrece una explicación del contenido del mismo. A veces la precisión casi abruma: así vemos todos los datos técnicos del obelisco en las series de 1938, o el tipo de avión y su historia, en una serie aérea de ese año, donde también sale el obelisco al fondo.

Junto a los sellos normales, los últimos nueve capítulos muestran el resto: las semipostales, los sellos aéreos, entrega especial, valores declarados, sellos de multa, oficiales, benéficos y los bultos postales.

«Emisiones postales dominicanas, 1865-1965» no sólo es un libro esencial para todo coleccionista de sellos. Danilo A. Mueses logra hacer de cada sello un prisma de la época de emisión, ofreciendo datos e informaciones de gran valor para el estudioso de la «cosa dominicana».

Para el historiador de la ciudad, el urbanista y el arquitecto, aquí están detalladas las construcciones modernas de la Era de Trujillo, desde los puentes que se levantaron a principio del decenio de los treinta, hasta las grandes edificaciones que rodearon a la Feria de la Paz en 1955. Para el botánico y el naturalista, aquí encontramos los árboles y flores endémicos del país. También tenemos a figuras históricas de la Primera República junto a los inevitables miembros de la familia trujillista.

Danilo A. Mueses nos hace ver que un sello es mucho más que un pedacito de papel que sirve para costear el transporte de la correspondencia. Una estampilla es también un símbolo de un momento, un signo para determinar el alcance de las ideologías, un muestrario para valorar los paradigmas de la vida cotidiana y para desentrañar los márgenes por donde se mueve la historia.

Esperemos que después de  «Emisiones postales dominicanas, 1865-1965», pueda producirse una obra que llegue hasta nuestros días. Quizás Danilo A. Mieses pueda darnos otro regalo…

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