“Píndaro… Te apuesto peso a moriqueta que tú no llegas a los 100 años… Yo creo que tampoco lo logro… -señala Miguel a su amigo-… El viernes pasado tuve la invaluable experiencia de convivir, por unas horas, con Don Benigno Camilo… Sí, aquél de la desaparecida Farmacia Camilo –cariñosamente Don Beni-… Allí se congregó un mini ejército de 187 ‘Camilos’, celebrando la gran dicha de que un hombre bueno, pero recio de carácter… Sonriente, pero con mirada siempre clavada en sus objetivos… ¡había llegado a sus 100 años!”.
“Jajajajajaja –ríe Píndaro a carcajadas-… ¿Y tú, Miguel, crees que eres el único afortunado?… ¡Yo también estuve allí!… Mientras tú hacías tus relaciones públicas con la familia, yo me encargué de asegurarme que a Don Beni no le faltara nada… Es más, jamás podré encontrar una explicación a cómo, con esa edad, Don Beni aún conserva una extraordinaria lucidez…”.
“Como introducción al centenario compartir, cada uno de sus hijos –Joe, Michel, Liddy, Yohanny, Ingrid- se paró frente a ese roble y, con inmensa emoción y con algunas lágrimas en sus ojos, expresaron pasajes de vida que han sido puntales en su formación… Recuerdo muy claramente, cómo una de sus hijas hizo gala de las matemáticas que domina en su carrera de ingeniería, para establecer una exacta valoración de la importancia que ha jugado el tiempo vivido junto a su padre y lo que ha significado, no sólo para ella sino para todos…”.
“Como ejemplo –sentencia Píndaro-, te voy a citar algunas de esas frases:
‘Cien años de tu vida…
Un siglo de felicidad… Un centenario de bendiciones…
1,200 meses de vivencias…
5,217 semanas de experiencias…
36,500 días desde que tú naciste…
876,600 horas vividas…
52,596,000 minutos de memorias…
3,155,760,001 segundos han pasado por tu vida…
Y, hoy… ¡a nuestro lado tú estás!
¡Cuántas experiencias guardas en tu haber!… Experiencias grandes y pequeñas… Momentos y vivencias, que hacen de tu ser todo lo que hoy eres…
Considérate una persona especial… ¡mimado y querido por Dios!… En vez de contar las velas de los años que hoy cumples, contemplas todas tus bendiciones recibidas en todos estos años:
Una esposa fiel, abnegada, amorosa, compañera inseparable y entregada… ¡65 años de casados de feliz unión matrimonial!…
¡5 Hijos… 6 nietos… y, 6 bisnietos es tu descendencia!…
Es fácil decir la cifra número cien… Se hace inmenso todo lo que has vivido… ¡Tantas noches!… ¡Tantos días!… ¡Tantas tristezas y alegrías!… ¡Somos dichosos de tenerte a nuestro lado, y de formar parte de nuestras vidas!’…-casi terminaba, con un nudo entre sus palabras-¨.
“Oye, Píndaro –exclama Miguel-… Cuando entré a la reunión familiar, jamás pensé que el homenajeado iba a ser el último en salir de su fiesta… Siempre pensé que, por el peso de sus 100 años no pasaría de las 10 de la noche…” –Ahí lo interrumpe Píndaro, al comentar-…”Jajajajaja… A mí, casi me da un infarto cuando Don Beni me ha pedido que ¡¡¡quiere le acompañe, para él mismo despedir hasta el último de sus invitados!!!…
En ese momento, me viré hacia él con todo el interés de descubrir y anotar su fórmula de larga vida… y, le pregunté: ‘Don Beni, ¿Cómo ha llegado usted a estos sus 100 años con una mente tan bien puesta?’… A lo que, luego de meditar y sonreir, mirándome fijamente a los ojos me respondió: ‘¡Me propuse ser feliz y hacer feliz a los demás!’…”.
“Y, oye Miguel –enfatiza Píndaro-… Esa es ‘una sentencia de vida’… ¡¡¡Celebremos nosotros también los 100 años de Don Beni!!!”.