Cien años de una tragedia en Bonao (en el 2013 se van a cumplir)

Cien años de una tragedia en Bonao (en el 2013 se van a cumplir)

Fue ello que en el año 1913 en Bonao a tiros se mataron Ramón (Mon) de Vargas y Eliseo (Cheo) Rosario. Teniendo unos quince años, una mañana me encontraba curioseando el movimiento de pasajeros, en la esquina del “Restaurant Sang Lee Lung”. O sea en la famosa esquina de “Los Chinos de Bonao”. Donde hasta Trujillo llegó a pararse, para paladear los sabrosos chicharrones de pollos.

Esos chinos Luis, Francisco, Fonso y Colás eran más broncos que las tuertas guineas cimarronas. Y en un salón tenían los retratos de “dos generalísimos”, del de China Chang Kai Shek y de el dominicano Rafael Leonidas Trujillo y Molina.

Y retorno a lo del principio. Me encontraba en la citada esquina y un sacerdote que iba de paso, se acercó a mí y me dirigió la palabra. Me dijo “que él era de Bonao. Su nombre era Armando Ramírez, hermano de don Rogelio Ramírez, el padre de Belisa”. Dama que en el 1936 había sido reina de belleza del Casino del Yuna. Reinado en el que el poeta y juglar azuano Héctor José de Regla Díaz hizo sonar su maestra guitarra para cantarle a la reina.

Y vuelvo al cura Ramírez. El cordial sacerdote continuó la parla. Y agregó “aquí en el 1913 ocurrió una tragedia muy lamentable. Dos estimados troncos de familias bonaeras se cayeron a tiros, frente a frente, a corta distancia. Y los dos resultaron muertos, en ese terrible percance. El uno, Eliseo (Cheo) Rosario, era el padre de Mario, Marcelino y Blanca Rosario. Y el otro Ramón (Mon) de Vargas, era miembro de la numerosa familia Vargas de La Salvia”. Al escribir Vargas recuerdo que Sócrates Nolasco decía que “Vargas en el Sur, quería decir valor”.

Y volviendo al relato del cura Ramírez. Contó que los Vargas se armaron, montaron a caballos. Y hacia el pueblo se encaminaron. De La Salvia a galope, hacia la casa curial salió alguien, que quería evitar una sangrienta hecatombe. Entonces el mismo sacerdote que hablaba, Armando Ramírez, salió hacia la entrada de La Salvia, llevando como acompañantes, portando grandes cruces, a dos servidores de la parroquia, portando como lábaro y estandartes dos grandes cruces. Eran ellos Belisario Mata y Matitín Mercedes. El padre Ramírez habló hasta en latín invocando talvez aquello del “Agnu Dei Quitolli Peccata Mundi”.

Y el cura logró el milagro de la paz, que impuso el retorno a La Salvia de los Vargas en armas. Y al finalizar el relato, puso de relieve que el grupo venía encabezado por el diminuto pero corajudo Chaguito de Vargas, que montaba caballo blanco y portaba una larga escopeta. Fueron Cosas de Bonao, cuando tenía por santo patrón a San Antonio, que luego fue reemplazado por San José, el santo de su hijo adoptivo. El bravo Chaguito de Vargas era el abuelo de los correctos “bonaeros” Jacobo Jorge Vargas y Frank Núñez Vargas.

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