Cien años después, los monos aulladores vuelven a la selva de Rio

Cien años después, los monos aulladores vuelven a la selva de Rio

RÍO DE JANEIRO.  Más de cien años después de haber desaparecido, los gritos de los monos aulladores suenan de nuevo en la selva de Tijuca de Rio de Janeiro, el mayor pulmón verde en un medio urbano que poco a poco está recuperando su fauna.

«Los monos aulladores (Alouatta) habían desaparecido desde hace más de cien años. Decidimos reintroducirlos porque es una especie resistente.

Se alimentan básicamente de hojas y frutos y son relativamente fáciles de reproducir», contó a la AFP el científico Fernando Fernández, de la Universidad Federal de Rio (UFRJ).

«Esto forma parte de un proyecto más amplio de restaurar la fauna de la selva, una idea que nació en 2010», precisó. Según el experto, estos monos aulladores, conocidos también como araguatos o carayás, tienen un importante papel en su medio. T

ienen un valor particular gracias a su interacción con los escarabajos peloteros, que al utilizar sus excrementos aportan nutrientes que fertilizan el suelo de la selva.

Una de las rutas que atraviesan la selva de Tijuca conduce a la estatua del Cristo Redentor, que con sus brazos abiertos domina las colinas del Corcovado.

A unos minutos de la mayoría de los vecindarios de Rio, que hospedará los Juegos Olímpicos de 2016, la «Floresta da Tijuca» y sus 39,5 km2 protegidos abrigan cientos de especies de fauna y flora atlánticas, autóctonas del litoral brasileño.

Hoy en día, sólo quedan 28.000 km2 en todo Brasil de este tipo de selva atlántica, es decir apenas 7% de lo que había en tiempos de la conquista, en el año 1500.

El administrador de la selva de Tijuca, Ernesto Vivero de Castro, quiere convertir este lugar en «un laboratorio de reconstrucción de fauna que sirva como modelo a otros lugares del mundo», dijo Fernández.
 Del tráfico a la selva. La preparación para la reintroducción en su medio natural de estos grandes primates, que pesan hasta 9 kilos y cuyos gritos se escuchan a kilómetros de distancia, fue meticulosa. «El mono aullador es el mayor mono de la selva atlántica después del ‘muriqui’ (mono araña lanudo).

Reunimos a cinco individuos, tres machos y dos hembras, y durante cinco meses interactuaron en nuestro Centro de Investigación», contó el científico.

«Esta etapa era muy importante porque los araguatos son animales gregarios y permanecen juntos en la selva», dijo. Pero el macho dominante, Chico, expulsó a un macho joven, César, y obligó así al equipo de científicos a sacar al Benjamín del grupo o de lo contrario podía acabar muerto. César será enviado a la selva más tarde, junto a otro grupo.

Estos primates reintroducidos provienen del tráfico de animales salvajes.

La policía los confiscó de manos de contrabandistas. A las hembras se les colocó un collar y a los machos una pulsera en una pata para permitir a los científicos identificarlos, localizarlos y monitorizar su interacción.

«Un mes y medio después, están bien y permanecen bastante cerca del lugar donde los dejamos», se regocijó Fernández. Y ya comenzaron a hacer oír sus voces.

Hubo cierta preocupación entre los investigadores cuando los aulladores se encontraron con un grupo de monos capuchinos, que son más agresivos, pero finalmente no surgieron problemas.

«Esperamos que los visitantes no les den de comer porque eso podría matarlos.

También los perros son un peligro», aseguró. El propósito de la operación, financiada por la Fundação Grupo Boticário de Proteção à Natureza, es liberar nuevos grupos de aulladores en los próximos cuatro años.

El mono aullador es el segundo animal reintroducido en la selva de Tijuca tras el roedor Dasyprocta, conocido en Latinoamérica como agutí o ñeque, entre otros apelativos.

«Es un excelente roedor para dispersar las semillas de los grandes árboles de las selvas maduras», dijo Fernández. También llegarán otras especies, como el perezoso y el tití león dorado, que está en vías de extinción, así como el kinkajú.