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El amor es el que sana

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POR ANNA JIMÉNEZ
Curar no siempre es posible. El SIDA y el cáncer nos lo recuerdan. Hace cincuenta años, la tuberculósis arrasó con muchas vidas. En los próximos cincuenta años aparecerá, sin duda, alguna otra enfermedad que se resistirá a cualquier tratamiento. El hombre seguirá siendo mortal, y seguirá habiendo enfermedades incurables; pero también habrá mayores posibilidades de curar las ya existentes.

Yo suelo decir a todos, sanos o no, que deben vivir como si se fueran a morir en cualquier momento. De esta manera es fácil ayudar a otros, porque nunca existe un momento en que esto no sea posible. ¿Dices que te vas a morir mañana? Pues, vive como si te fueras a morir esta noche. Disfruta estas horas de vida como si fueran las últimas. Puede ser que mañana te sientas demasiado bien como para pensar en morirte. Podrías morirte de verdad si estás cansado y tienes ganas de irte. Tenemos mucho más control sobre la hora de nuestra muerte del que la mayoría de las personas imaginan. Está bien morirse si es eso lo que una persona anhela, aunque no lo sepa. Puesto que todos moriremos algún día, morir no es un fracaso. Es simplemente misión cumplida. Con esta actitud la muerte puede ser sanadora.

Por supuesto, siempre hay dolor cuando perdemos a un ser querido. Pero uno debe aprender a asimilar ese dolor, y usarlo para amar a otros. Piensa en los que han vivido noventa o más años. Seguramente han perdido ya a su pareja, a sus hijos y a sus amigos queridos. Pero incluso después de sufrir esas pérdidas que fueron terribles, estas personas encontraron fuerzas para seguir viviendo porque aprendieron a dar a otros ese amor que pareció quedar sin destino. No sobrevivimos a toda la gente que amamos y que se nos fue, si no elegimos seguir amando a personas nuevas. Eso es lo que hacen los que sobreviven; siguen amando continuamente. Por lo tanto, la sanación, como el amor, se convierte en un proceso que no tiene fin.

Para lograr éxito en esta tarea es necesario que el terapeuta encuentre maneras prácticas de fluir en su natural manera de amar y hacerlo de forma continua, ya que, sin un contacto en el que se pueda confiar, la eficacia de la ayuda se vería bloqueada.

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