POR ANNA JIMÉNEZ
Hace un rato recibí un afectuoso abrazo de una persona que admiro muchísimo desde la infancia y me sentí protegida, querida y hasta medio mimada.

Tal acción tan tierna me puso a pensar en torno al gran poder encerrado en las demostraciones de cariño.

Poder para hacerte felíz, para dibujar una sonrisa en el rostro más sombrío, para hacerte cambiar de opinión en un momento trágico, para entender que la vida tiene color y que no es blanco y negro, como quieren aveces hacerte ver las circunstancias.

Un abrazo, tiene poder suficiente para levantar de la cama a alguien muy enfermo y sentirse mucho mejor o perfectamente saludable.

Una caricia tierna hace que los bebés prematuros se recuperen más rápido que otros que no reciben contacto físico.

Cada persona es un mundo de situaciones y circunstancias, de diferentes tamaños y colores, sin embargo un abrazo, un beso, una demostración de cariño puede significar, muchas veces, la diferencia entre la vida y la muerte.

Mira a tu alrededor, mira la gente  a los ojos, trata de leer el reflejo del alma en cada uno, estréchales en un abrazo, ofrece un beso, un apretón de manos, una sonrisa, no sabes qué valioso es el regalo que entregas.

Hazte una meta: hacer feliz a cinco personas al día, con ello contribuirás a que 1,825 personas al año sean felices por un momento…y sabes qué es lo mejor?, que tú fuiste el responsable de conseguir materializar casi 2,000 milagros.

Puedes ser el ser humano que establezca la diferencia, verás que con tu ejemplo lograrás constituir una gran cadena de amor.