Mañana se cumple otro año en el que Dios bendijo a una persona que amo con todo mi corazón, un ser especial que hace sentir una gama enorme de sentimientos buenos en todos quienes tienen el placer de rodearle.

Él es una persona tenaz, luchadora, profesional incansable  y padre hasta de personas mayores.

Tiene un sentido de la responsabilidad tan alto como el mismo cielo y humores que cual cócteles te brindan desde la más sutíl frase hasta la más enérgica petición, por que no tolera el abuso hacia los sencillos.

Es sensible hacia sus entornos y las personas que le rodean, aunque fuerte y autoritario cuando se hace necesario, por que tiene un don de mando nato, es líder de nacimiento y buen consejero y estratega.

 Dos pequeños lo ponen de cabeza cada vez que se suben a sus piernas con todo tipo de ocurrencias que lo sumergen en el asombro. Se trata de una persona de más de tres décadas, a punto de entrar a la cuarta con un poco de temor, que desconozco motivos, pues tiene un alma tan joven como todo lo que los ojos muestran cuando se posan en él.

Es Rigoberto, mi esposo, que sin su su mirada y su sonrisa mi vida   no seria la misma.

 Con él una se siente dichosa, su amor es energía a mi motor y  mi  mayor hazaña es conquistarle, darle así mi amor por siempre y proteger su corazón. (Se acoplan perfectamente las estrofas de la canción del cantante cristiano Jesús Adrián Romero, “No me puedo imaginar mi vida”).

 Definitivamente, no me puedo imaginar la vida sin sus ocurrencias, temitas y  hasta su carácter, por que aunque aveces fuerte casi apenas pasa sin notarse, por sus cualidades, apreciadas grandemente por mi.