Hola a todos y en especial a todas en este domingo maravilloso, que han bautizado como el de las madres. Quiero hablarles de una mujer maravilloso que me llena de orgullo, admiración y todos los sentimientos gratos que puedan nacer en un ser humano, pero que sencillamente no me sería suficiente el espacio de esta columna para nombrarselos.

Se trata de Ana Piña de Jiménez, la mujer que me hizo el honor de llevarme en su vientre y a lo largo de la vida ofrecerme consejos maravillosos, llenos de ternura y el mero y rotundo deseo de que todo me salga bien en la vida, de verme triunfante, bendecida y capaz de bendecir a otros.

La caractarística principal de mi mamá, es una que yo misma heredé: siempre está con una sonrisa a flor de labios; es atenta, segura, persistente y señores jamás se cansa de estudiar, tiene tres carreras y dos maestrías, un doctorado honoris causa entregado por una institución educativa continental llamada EAE y ha recibido un sinnúmero de reconocimientos que en cada momento me han hecho sentir súper orgullosa de que Dios me haya premiado con hacerme llamar su hija. Mi mamá amén de todos sus logros profesionales e intelectuales dice a viva voz lo que yo, que antes que todo de profesión es “mamᔠy es tan lindo haber crecido bajo un ejemplo tan hermoso!, un testimonio vivo de lo que muchos padres y madres, incluyéndome quisieran lograr para sí mismos con sus hijos.

Esa es mi persona mega especial y no es que no quiera a mi papá, señores … lo adoro, pero en este día de las madres quise hacer público lo que tantas veces le he dicho desde el fondo de mi corazón:¡ mami , te amo y estoy profundamente orgullosa de ti, hoy y siempre serás un verdadero ejemplo a seguir; gracias por ser mi mamá!