Si quieres triunfar en cada cosa que haces es básico que pongas el corazón en ello, porque disfrutándo cada uno de tus esfuerzos es como puedes llegar a la meta trazada, sin que nisiquiera te des cuenta.

Cuando se pone lo mejor del corazón, las murallas más altas se ven minúsculas y los obstáculos más empinados no lucen tan difíciles de saltar.

Para que lo mejor del corazón pueda salir a flote es primordial proveer un buen timonel de ese barco que te lleva de aventura en travesía por la vida, y que mejor capitán que el arquitecto mismo de tu órgano pompeador de vida.

Cuando permites que Dios actúe en tu vida y la de otras personas todo lo bueno sale a flote, por que si está lleno de bondad, perseverancia, templanza, paciencia, gracia, majestad, fe, mansedumbre, valentía y por sobre todo amor, a ver, dime tú mismo qué cosa serás incapaz de alcanzar… creo que compartes mi respuesta.

Invita a Jesús a que sea el timonel de tu barca y verás como todo en tu vida cambia, por  haber tomado la excelente decisión de ponerla en manos expertas.

Propon firmemente dar lo mejor de tu corazón en cada cosa que hagas, no importa que sea muy pequeña, justamente tener ese comportamiento es el que te hará brillar entre los demás, estableciendo grandes diferencias, ganándote al mundo, venciendo cada batalla, siendo el valiente conquistador de tus guerras cotidianas, enseñándo a otros que cuando das lo mejor de tu corazón en lo que haces, nada ni nadie puede evitar que alcances lo propuesto, que ganes la medalla del triunfo, que seas realmente tú mismo, estampando tu singularidad en cada una de las cosas que emprendes, poníendoles tu toque especial.