Queridos lectores, en verdad desconocía que era alérgica al queso de cabra, por que ustedes saben que la mayoría de los quesos que se ingieren en República Dominicana son de leche entera de vaca.

La cuestión es que hace una semana, cuando estaba en México, como parte de la delegación del Parlamento Juvenil, con mi amigo Rudy de los Santos, como anfitrión, quise probar en uno de nuestros suculentos desayunos el famoso lácteo. Cuán grande fue mi sorpresa, cuando empezaron a aparecer grandes ronchas por doquier y a fallarme   la respiración. Fue increíble las finas atenciones que recibí, todo mundo preocupado por mi salud. Recuerdo que estábamos en la UNAM, La Universidad Autónoma de México, en verdad un centro de estudios superiores casi utópico por su organización y dimensiones; llamaron una ambulancia y no lo van a creer, pero llegó en un minuto cinco segundos( tiempo tomado personalmente), fueron muy atentos y me realizaron chequeos de rutina y llenaron mi historial médico en los 4 minutos que tardamos para llegar al centro de asistencia universitario, donde el doctor Arturo, con pericia, determinó exactamente lo que me estaba sucediendo. Con decirles que lo que me administró la enfermera bajo sus órdenes, hizo efecto a los 10 minutos, permitiéndome escuchar y respirar mejor. Aunque todos pasaron un gran susto, fue una experiencia emocionante y que dejo buen sabor de boca;  ¡Qué bueno haber estado en manos de personas organizadas y proactivas!

Ah!, otra cosa, seguramente querrán saber cuánto fue la factura?,  pues les diré que el total fue la promesa de llamarlos enseguida si los requería nuevamente. ¡ Gracias a todos, fueron “muy padres”!