En este día del médico quiero expresar mis más sinceras felicitaciones a los doctores que día a día ponen sus conocimientos a la órden de quienes gritan por ayuda ante una enfermedad, un accidente o una enfermedad transitoria.

Para aquellos que sin pensar en días de fiestas, noches o días e inclusive el período de vacaciones les cuesta hacer un alto en el camino, por que han decido entregarse en cuerpo y alma a una profesión que se empieza o termina como sacerdocio.

Mi admiración es para todos los que ponen la vida antes que el beneficio económico, justo eso es la clave de su éxito, aceptación y admiración de quiénes les rodean, por que Dios se encarga de bendecirles en grande, cuando desde lo alto perciben, que en verdad se entregan con “todo”, para encaminar la tarea de Dios sanador, de devolver la salud a quienes padecen enfermedad.

Que Dios les bendiga y siempre lo pongan a El antes de cualquier procedimiento, actualización, decisión difícil a tomar, pues El les ayudará a que las mismas sean las mejores.

Que en este día sirvan con más amor, conscientes de que la mayoría del tiempo tienen en sus manos el tesoro más grande que ser humano haya sido capáz de poseer: la vida.

Recuerden que todo lo bueno que tuvieran la iniciativa de emprender y que de frutos, les será recompensado, por Dios, quien les ha permitido alcanzar los conocimientos que hoy disponen, vencer los obstáculos del camino que han tenido que saltar y por supuesto sentirse dichosos al hacer a otros felices, entregándose con profunda convicción en cada uno de los casos que su quehacer les participa.

Muchas felicidades; hoy es un gran día para renovar el compromiso.