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No todo está perdido

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POR ANNA JIMÉNEZ
Existen grandes ejemplos de amores románticos en la literatura, como es el caso de Romeo y Julieta, en el cual, ante la muerte de uno de ellos, el otro es incapaz de aceptar el destino y su vida deja de tener sentido. Ese sentimiento, ante la ausencia del amado, es por supuesto una de las características de la simbiósis”, agrega Lía Lerner, también autora de “Sabiduremas” y “Memorias de mis amnesias”, dos ensayos que muestran una concepción filosófica de la conducta humana. De acuerdo a su experiencia, esta especialista está convencida de que para resolver conflictos de parejas simbióticas no es suficiente acceder a cierta información psicológica, sino que también es necesario una orientación terapéutica.

“Los casos de “simbiósis” suelen ser muy variados y por suerte las soluciones también. Las psicoterapias, ya sea individuales como de pareja, pueden ser de las escuelas psicoanalítica, gestáltica, sistémica, ecléctica u otras. La elección dependerá de las características del paciente y de la honestidad y capacidad del terapeuta para vislumbrar y abordar un tratamiento eficaz. Por último, si ya hay hijos en la casa, y aún con el problema del “pegoteo” de pareja en vías de resolución, es importante evitar que la tendencia a la simbiósis sea trasladada -principalmente por las madres- a la relación con sus hijos”.

En todos los casos, como primera medida, lo importante es comenzar por observarse a sí mismos, discriminar entre el bagaje de emociones propias y las del compañero, entre la necesidad imperiosa de fundirse en el otro y la tendencia a no hacerse cargo de su vida. El amor verdadero o la entrega, nada tienen que ver con el miedo a la soledad u otros, sino más bien con el valor del individuo para desarrollar todas sus potencialidades y ponerlas al servicio de un vínculo constructivo.

 

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