Cuando un médico se recibe con ese honorable título es una tradición formar parte de un juramento simbólico, pero no por ello falso o de poca significación, se trata del juramento Hipocrático, consistente en prometer asistir al paciente por sobre todas las cosas, en pocas palabras darles la asistencia que necesiten, para lo cual fueron entrenados, más que por conveniencia o reglamentos, por humanidad.

De ahí tan importante llevar un rayito de luz en este tema, por el que muchos dominicanos y dominicanas se quejan diariamente por la actitud anti-Hipocrática que proyectan algunos galenos.

Es necesario que las autoridades de Salud Pública agregen, por Ley, unos créditos adicionales  por año, para garantizar la práctica de los médicos, de manera que se les oblige, no solo a mantenerse actualizados con congresos y seminarios y hasta especialidades y subespecialidades, sino que fortalezcan igualmente la parte humana, la que los convierte, si es manejada de forma correcta, en verdaderos ángeles enviados por Dios para llevar alivio a los quebrantados.

Muchas veces resulta más sanador para un paciente una sonrisa franca, un buen apretón de manos, unas palmaditas en la espalda al recibirlo o despacharlo del consultorio o simplemente cambiar el habitual saludo de: ¿Qué lo trae por aquí?, por un: ¿cómo has estado, qué bueno tener el honor de verte otra vez?

A qué persona no le gustaría que le muestren cuanto la aprecian y que de verdad se preocupan por su bienestar.

Vamos querido médico haz una prueba y toma estos consejitos y verás como te conviertes de un profesional de la salud a un promotor de la esperanza y la sanidad.