Cinco décadas para pensar

Cinco décadas para pensar

La desarticulación del régimen político y económico en los países de interés yanqui, ha dado como fruto intervenciones funestas para esas naciones; 1916, 1965 son muestras de épocas oscuras en la vida institucional de la República Dominicana, cuando las tropas americanas asumieron como suyo el suelo dominicano en procura de poner “orden en casa”.

El aniversario de los 50 años del ajusticiamiento de Rafael Leonidas Trujillo Molina, nos debe de llevar a la reflexión profunda sobre las causas y consecuencias de ese proceso histórico y ver si así entendemos, cómo una persona sin dotes emocionales, culturales o políticos pudo asaltarnos por 31 años. Cómo una persona con escasos atributos, excepto el de la crueldad y una inteligencia para el crimen y la simulación, pudo someternos por tres décadas. Un lego que a los 19 años era socio de su hermano Petán para falsificar cheques y robar al correo postal y que, en su adultez no era capaz de escribir sus propios discursos como presidente de la República, probablemente, y en esa parte lo comprendo, por no haber terminado la escuela secundaria.

Y de seguro que peco de ingenuo al desmeritar las aptitudes del sátrapa para mantenerse en el poder tanto tiempo; tal vez lo hago porque baso mi análisis en los datos documentales que la historia me permite recoger y no, por el contrario, por la vivencia en carne viva del régimen. En realidad, y esto va en mi defensa, mi pensar obedece a mi convencimiento de que varios factores se conjugaron para que el tirano llenara ese espacio de la vida de nuestro país.

La crisis económica que arropó el país a principios del siglo pasado, fue la vil excusa de la intervención de 1916 que conllevó a la alteración en el orden interno y a una revolución dentro de los mandos militares y sus instituciones. Es ahí donde un joven sin escrúpulos y de origen maléfico, ve la oportunidad de oro para escalar como un prometedor “jefe” dentro de la Guardia Nacional con la promesa de salvaguardar los intereses de los invasores de las rayas y las estrellas.

Nuestros gobernantes de hoy, torpemente, entienden que la democracia radica en dejarnos hablar sin que nos tapen la boca. Pues no, es mucho más que eso. Democracia es “Poder del Pueblo”, es igualdad, es participación. De la falta de eso nace el caos, la intromisión de los que se creen mejores que nosotros y las oportunidades para que los malvados se cuelen.

Es el momento de entender la historia; de vivirla con responsabilidad para que no se repita, para que nunca más se vuelva presente. Todo hecho tiene una consecuencia. Toda crisis tiene un pago. Vivamos el ejemplo de Mauricio Báez, de los héroes del 30 de Mayo y que nunca más nos obliguen a vivir en la sombra.

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