CINCO MUJERES ARTISTAS EN AVIGNON (HABEMUS PAPESSES)

CINCO MUJERES ARTISTAS EN AVIGNON (HABEMUS PAPESSES)

Avignon, ciudad francesa residencia de los papas en la Edad Media, antes de mudarse al Vaticano, es desde hace más de 50 años la ciudad europea de la mayor movida de la creación multidisciplinaria contemporánea.

Durante los meses de julio y agosto en curso, el teatro de calle, el arte dramático experimental, clásico y absurdo, conviven para entregarle al público sus obras más desafiantes.

Desde hace más de 20 años, la creación plástica y visual acude a dialogar con esta ciudad y se inserta en el denominador común que consiste en poner en evidencia la historia de la ciudad papal comprometida a la vez con las direcciones más valientes del arte contemporáneo.

La Fundación Lambert ha decidido escoger 5 mujeres cuyas obras tienen eco entre ellas, pero también con la ciudad. Las cinco son contemporáneas y llevan un diálogo de 100 años entre ellas, y esto se convierte en un milagro del arte cuando se trata de juntar en un mismo propósito curatorial a Louise Bourgeois, Kiki Smith, Jana Sterbak, Camille Claudel y Berlinde de Bruyckere. Ellas cinco han significado grandes evoluciones y revoluciones estéticas en el arte contemporáneo; han provocado el “stablishment” de su generación para imponerse intelectual y físicamente frente a las coyunturas sociales y políticas que en el caso individualizado de cada una fueron obstáculos que tuvieron que vencer hasta la locura, si lo planteamos en el contexto de Camille Claudel, hermana del escritor Paul Claudel, conservador misógino que nunca aceptó el talento, el duende y el genio de Camille, la cual sufrió de una pasión por el maestro Rodin, quien la aceptó en su taller para manejar el abuso de la posesión emocional hasta inspirarse y plagiar la obra escultórica de pequeños formatos de Camille.

Camille Claudel, rompió con la escultora monumental y realista, y tuvo el genio de sacarle al alabastro y al mármol su vena más delicada y sutil para expresar con matices en el tallo, la belleza de las manos, el celo y el deseo de las miradas, así como el erotismo contenido de un beso. Ella, llevó su obra con dolor y supo vencer el obstáculo de la pasión hasta caer en la locura y ser la víctima de su amante Rodin y de su hermano Paul Claudel, cómplices para mantenerla en un asilo psiquiátrico hasta su muerte…

Louise Bourgeois expone la obra más monumental conocida internacionalmente “Spider”, “La Araña”, que se ha impuesto como una obra culta y mítica en la historia del arte contemporáneo. La Bourgeois rompió con Francia, emigrando a Estados Unidos de Norteamérica, durante los años de la posguerra o Segunda Guerra Mundial, y es considerada como la mayor escultora de finales del siglo XX, abierta a todas las técnicas matéricas y sobre todo, implicada en las problemáticas psicológicas de la mujer dueña de su propio lenguaje visual con aciertos profundamente psicoanalíticos en su discurso.

Esta genial artista domina la forma y el movimiento en la escultura con sutilezas propias que permiten transmitir un estado emocional como el miedo, la obsesión y el asecho sexual. Consciente de su condición de mujer siempre rehusó pertenecer a movimientos y a grupos feministas, declarando con su verbo arrogante: “No necesito estar en un grupo, ni promoverlo, sufro lo suficiente para saber que soy una mujer y a través de mi obra tengo un discurso que queda abierto”.

En esta exposición los cuerpos se enfrentan desde obras masivas, de toneladas, como “La Araña” de Bourgeois, hasta texturas delicadas y frágiles como observamos en los bordados y dibujos de Kiki Smith. Para cruzarse con el vestido eléctrico y las sillas de hielo de Jana Sterbak, y enfrentarse físicamente con las obras de Berlinde de Bruyckere, cuyas anatomías de yeso y otras de mármol evocan la entrega, el abandono, el dolor y la muerte.

Ahora bien, la idea de esta colectiva en el Palacio de los Papas de Avignon merece reflexionar sobre la ocurrencia del director de la Fundación Érik Mézil, quien partió de la idea de la leyenda de una mujer tan carismática que fue elegida Papa en el Siglo IX, y dice la misma que esta mujer Papa llamada Jeanne se disfrazaba de tal manera que nunca nadie supo que era una mujer hasta el día que en una plena procesión dio  a luz y murió del parto…

En Avignon, las historias de papas hacen leyendas. La de Jeanne, por muy loca que nos parezca, no deja de ser un ingrediente tentador para el arte moderno y contemporáneo. Entendemos entonces, que la Fundación Lambert se inspirara de esta locura histórica para reunir a cinco mujeres escultoras, cada una con su propia genialidad, libertad y especificidad. El curador escoge entonces para esta gran exposición “Les Papesses”, sustantivo que en el francés de comunicación significa una mujer con autoridad, inteligencia, astucia y habilidad… Término intraducible en lengua castellana y que si lo quisiéramos respetar en su resonancia fonética sería “Las Papazas”… 

En el aspecto crítico esta exposición permite evidenciar la fuerza de la creatividad de las  mujeres durante más de cien años, con propuestas fuertes, independientes, liberadas de las tendencias impuestas y confirmadas en sus personalidades propias. De Camille Claudel a Louise Bourgois han transcurrido más de cien años, sin embargo, ellas significan una gran complicidad con la verdad y la propuesta de sus obras. han luchado para ser las mujeres que han querido ser, y para lograr  la obra  que  ejecutaron con el respeto y el valor de su compromiso. Demostraron que les fue posible imponerse y vencer dentro de un mundo hostil y misógino.

Las cinco significan una lucha en la soledad y el rechazo de un medio artístico en el que la escultura casi siempre ha sido dominada por el ejercicio de los hombres.

Esta exposición pone en evidencia sin tapujos ni clichés la relación al cuerpo como metáfora del dolor, del placer y de la revolución artística que ha significado cada una de estas cinco mujeres. Se mantendrá hasta el mes de noviembre del 2013, y los organizadores indican que  probablemente  viajará hasta Asia y América, por ser un aspecto curatorial comisionado con excelencia y que responde a la vez a la necesidad de reflexionar sobre los giros contemporáneos de la escultura; que además, ponen en evidencia la diversidad de técnicas, de materiales, de discursos que se enfrentan y dialogan en el volumen, con una característica del lenguaje del cuerpo y sus metáforas desde la perspectiva de tres  mujeres escultoras de sociedades, generaciones, culturas y propuestas diferentes que convergen en su creatividad gracias al giro buscado por la Fundación Lambert, un éxito que viene a confirmar la necesidad de la inteligencia y del ojo de los comisarios  y curadores del arte que saben invitar al público a reflexionar sobre sus razonamientos críticos.

Este evento es un gran éxito, si están de viaje por el viejo continente –como en mi caso- ¡No se lo pierdan! O si lo llevan posteriormente a América, hagan lo propio.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas