Cinco necesidades nacionales

Cinco necesidades nacionales

FERNANDO I. FERRÁN
Los ciudadanos de cualquier país del mundo se parecen a los viajeros en que necesitan saber dónde van. Cuando se les imponen sacrificios fiscales y disciplina fondo monetarista, al mismo tiempo que megaproyectos, el sentimiento de desorientación y de confusión llega a ser tan palpitante como las críticas que pueden dirigir al conductor. De ahí que, para prevenir malos entendidos, conviene priorizar desde un principio las necesidades nacionales.

Al margen de la ya consagrada e indispensable estabilidad macroeconómica, me permito cerrar los ojos y exponer en blanco y negro cinco de esas necesidades. Las enumero sin orden de relevancia e independientemente de que se haya anunciado o no que serán debidamente asumidas. Mi único propósito es evitar la confusión personal que de a poquito se apodera de mí, cuantas veces constato que el discurso presidencial es más coherente y emprendedor que el orden de prioridad de los planes y las ejecutorias que se aprestan a respaldarlo. 

Una última aclaración: priorizar una necesidad nacional significa en este escrito que debe contar con recursos humanos, materiales y financieros más que necesarios, suficientes, para alcanzar las metas propuestas. De lo contrario, a diferencia de esos proyectos que cuentan desde el inicio con el aval político que les garantiza suficientes recursos públicos, no es prioritaria.

Educación. El sistema educativo nacional atraviesa por una situación de crisis preocupante. De acuerdo a las proyecciones de las Naciones Unidas, ni siquiera lograremos que el cien por ciento de los estudiantes terminen los ochos grados de la primaria en el año 2015. Y de la calidad educativa en todos los niveles o de su irrelevancia para el mundo laboral en la era de los tratados de libre comercio, ni hablar.

Salud. La cobertura, la calidad y el modelo de prestación de servicios están en entredicho. Por ejemplo, los altos índices de mortalidad materna son, paradójicamente, directamente proporcionales al número de partos institucionales. La mala administración y escasez de los recursos, así como la inadecuada formación del personal especializado, agravan cada día más la situación del sector.

Medio ambiente. Abunda la retórica respecto al desarrollo sostenible. No obstante, la cobertura vegetal disminuyó 13.4% entre 1980 y 1996, al tiempo que aumentó la emisión de CO2, progresó el proceso de desertificación del territorio nacional y los desechos sólidos inundaron ciudades, pueblos y campos. Por demás, si el agua es vida, el 14% de dominicanos y dominicanas malvive sin acceso a agua potable.

Hambre. Todas nuestras riquezas, incluyendo las generadas por el crecimiento económico de la década de los noventa, son insuficientes para reducir en un 50% durante los próximos diez años ese 25% de la población dominicana que padece hambre.  Concomitantemente, el sistema agropecuario y agroindustrial es incapaz de superar su propia impotencia sistémica de producción competitiva.

Sistema productivo y mercado laboral. El desempleo, el subempleo y los bajos niveles salariales agudizan la insatisfacción de necesidades de las grandes mayorías nacionales. El sector productivo carece de respaldo oficial y sectores como el de las micro y pequeñas empresas, antídoto verdadero contra la pobreza, subsiste en medio de mercados cada día más adversos en términos crediticios, de asistencia técnica y de capacitación. 

La lista de necesidades es interminable, el espacio periodístico no. Por eso me limito a esas cinco y no menciono energía, justicia, seguridad ciudadana, urbanismo, recreación, hacinamiento y tantas otras que no tienen la dicha de contar con aval político y suficientes recursos para alcanzar una solución satisfactoria.

Por demás, adviértase que debemos olvidarnos del gasto social como motor de la economía, a consecuencia de la actual crisis económica, aunque sin pasar por alto las palabras del presidente Leonel Fernández. Éste anunció durante uno de sus periplos fronterizos que, a pesar de las limitaciones impuestas al Gobierno por el acuerdo con el FMI, dispondrá la construcción de obras prioritarias este año. Quiera Dios que esas obras no terminen inconclusas o siendo relegadas por efecto de inefables megaproyectos que, por necesarios y útiles que son, terminan alterando el orden de prioridad de las necesidades nacionales.

fferran1@yahoo.com

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