Nueva York.– Cinco personas se repartirán la recompensa de 50.000 dólares prometida por la Policía a quien ayudara a atrapar al hombre que el pasado martes disparó indiscriminadamente en un vagón del metro de Nueva York, dejando a diez pasajeros heridos de bala.
La Policía dijo este viernes que esas cinco personas fueron las que proporcionaron “información crítica” para ayudar a atrapar al presunto autor del tiroteo, tras una larga búsqueda de treinta horas en las que el agresor estuvo desaparecido.
No se han comunicado los nombres de los cinco agraciados porque en este tipo de colaboración ciudadana suele garantizarse el anonimato de los informantes.
Sin embargo, varios medios han informado —y la Policía no lo ha desmentido— que fue el propio autor del tiroteo, Frank James, un hombre de 62 años ya formalmente imputado y en prisión provisional sin fianza, quien llamó a las autoridades para entregarse.
James entró en un MacDonalds y desde allí, con su propio teléfono celular, marcó el número de colaboración ciudadana- “Creo que me estáis buscando. He visto mi foto en todas las noticias y voy a andar cerca de este MacDonalds”, dijo James, según la cadena ABC.
Cuando la Policía llegó, James había salido ya del restaurante, pero un individuo ayudó a los agentes a ubicarlo unos metros más allá, donde fue finalmente detenido sin oponer resistencia.
Entre las personas que aseguran haber dado información relevante se encuentra un emigrante sirio llamado Zack Tahhan, que ha sido profusamente entrevistado por distintas cadenas de televisión, así como el mexicano Francisco Puebla, que regenta una ferretería y jardinería en el East Village.
Frank James fue presentado ayer formalmente ante el juez, quien decretó prisión sin fianza y, según el fiscal federal de Brooklyn, Breon Peace, se arriesga a una condena a cadena perpetua por cometer un atentado terrorista en un medio público de transporte.
James era titular de una cuenta de YouTube, llamada “Profeta de la Verdad 88”, en la que además de postear abundantes comentarios racistas y violentos, aseguraba ser víctima de trastornos psiquiátricos y haber sufrido tratamientos “terroríficos” para sus enfermedades mentales en instituciones públicas.
Sin embargo, su ataque no fue obra de un espontáneo desequilibrado, sino que estuvo preparado a conciencia- compró munición, alquiló una camioneta, se hizo con un chaleco del estilo de los obreros de construcción —con el aparente propósito de despistar— y penetró en un vagón del metro, donde, equipado con una máscara antigás, abrió dos botes de humo y luego se puso a disparar a ciegas. Tras ello, salió del vagón y desapareció en Nueva York durante treinta horas mientras toda la Policía de la ciudad y agentes del FBI lo buscaron sin éxito.