Cincuenta años de convivencia

Cincuenta años  de convivencia

Te acuerdas? Hace justamente medio siglo sellamos legal y eclesiásticamente el compromiso de trillar juntos el camino de la vida. Andamos, tropezamos, nos caímos y nos levantamos para continuar con la mirada puesta en horizontal sin perder la noción del presente, aquí y ahora.
Acordamos desde el inicio que ninguno era posesión del otro, que convivíamos y que respetaríamos las diferencias y fortaleceríamos las coincidencias. Tú eras una devota religiosa, yo un convencido amante de la ciencia; tu soñando con levantar una modesta familia, yo interesado más en la calidad que en la cantidad. Vislumbrabas un Sergito y para dicha de ambos nos sorprendió la suerte con la llegada de Carmen Delia. Ella a su vez nos ha premiado con una adorable nieta: Laura.
Ha sido largo el trayecto cabalgado y sin embargo nos parece que fue ayer. De aquel 31 de diciembre de 1967 mi memoria solo retiene con vida el atardecer y la noche. Al día siguiente ya era de hecho tu marido. El pueblo de Monción fue el nido inicial desde donde volamos a Chicago, de allí a Puerto Rico, luego de nuevo a Chicago y finalmente a Santo Domingo donde más tiempo hemos morado juntos.
Es largo, ancho y profundo el anecdotario de nuestro desarrollo matrimonial. Afortunadamente las neuronas que guardaban los desaciertos y las tristezas han muerto todas. Solamente quedan vivas las que irradian dicha y felicidad.
Haber abrazado juntos el pensamiento boschista como prolongación del ideario hostosiano para cristalizar el sueño duartiano es la más significativa inversión social y política que hemos compartido. Nuestra juramentación como miembros del Partido de la Liberación Dominicana en Puerto Rico, sumada a la hermosa tarea de fundar la seccional del PLD en Chicago nos enorgullece y satisface. Juntos estudiamos la historia social de la República Dominicana y aprendimos a amar con orgullo y satisfacciones nuestras raíces históricas, Unidos en el accionar contribuimos desde la ciudad de los vientos a mitigar las consecuencias catastróficas de los huracanes David y Federico a finales de la década de los setenta del pasado siglo. Desde mediados de 1981 que regresamos al amado suelo patrio, ambos nos integramos a tiempo completo a “Servir al Partido para servir al Pueblo”.
Caminamos pueblos y campos, llanos y montañas, llevando el mensaje liberador a todos los rincones de la geografía nacional. No nos asustaba el peligro real de los viajes; tampoco las inclemencias climáticas para impartir charlas y conferencias que tenían como meta transmitir el mensaje político redentor de Juan Bosch a todo el pueblo dominicano.
No olvido tu noble actitud cuando al ser electo regidor del Distrito Nacional en la boleta del partido te notifiqué la decisión de donar al PLD el pago que recibiéramos del cabildo de Santo Domingo durante la gestión municipal 1986-1990. Nunca hemos pasado factura por nuestro aporte conjunto a lo que siempre entendimos como un servicio a la nación dominicana.
Me considero un privilegiado por haber transitado tanto espacio asido a tu mano, compañera. Consciente de que como mortal un día te faltaré, se también que Carmen Delia no te fallará y de que Laura dará continuidad a la ruta que ambos iniciamos.
El mayor premio de mi vida ha sido conocerte y compartir esta bella e inagotable utopía social. Gracias por haberme tolerado y aceptado en la diversidad de caracteres, gustos y locuras.
Vaya para ti mi eterna gratitud simbolizada en un abrazo infinito.

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