IMBERT DICE NO ES DICTADOR NI GENOCIDA: PIENSA SALVAR PAIS
Patria denuncia que las tropas norteamericanas del corredor internacional impiden a sus “canillitas” cruzar “al otro lado”, a la zona imbertista, a vender al pregón los ejemplares del diario. Constitucionalistas asaltan el cuartel policial de Ramón Santana, en San Pedro de Macorís. En Santiago, donde impera un toque de queda nocturno, se suscitan tiroteos en los barrios populares. El General Imbert Barreras dice en una alocución de unos 15 minutos por su radiodifusora que aunque se le acusa “de dictador y de genocida” y de “déspota y criminal” sólo piensa en “la salvación del país” y que el “mejor testimonio de mi amor a la libertad y de mi odio a la tiranía” fue su accionar la noche del 30 de mayo de 1961. Dice que está dispuesto a “abandonar el mando” cuando haya “una solución” apoyada por los partidos y las Fuerzas Armadas. “Cuando se encontrara sin mí una fórmula que llenase los deseos y las necesidades del pueblo dominicano yo descendería del poder” satisfecho por “el deber peligrosamente cumplido”. El alto mando militar norteamericano y la CIA, apoyados en informaciones de infiltrados en la parte baja de la ciudad, tienen en fase adelantada una delicada operación secreta tipo comando para asesinar al presidente Francisco Caamaño Deñó en el edificio Copello por una unidad especial del cuerpo de Rangers comandada por el sargento mayor Luke Thompson. Según el plan, desembarcarían por la costa del malecón a la altura de la calle Sánchez, por donde llegarían a El Conde y al Edificio Copello. Una vez allí colocarían explosivos, retornarían por la Sánchez y en el trayecto accionarían un dispositivo a control remoto para detonar los explosivos, y abordarían en la costa embarcaciones rápidas. Los analistas militares norteamericanos lo consideran de alto riesgo. En Washington funcionarios lo han obviado convencidos de su probable fracaso.