Cincuenta años
de creación artística

Cincuenta años<BR>de creación artística

En la Galería Nacional de Bellas Artes, una exposición refleja la fecundidad y el entusiasmo de un maestro dominicano del dibujo y la pintura, que también ha abordado la cerámica y la escultura. Tres salas laterales del Salón de la Cúpula despliegan casi noventa obras sobre papel –la mayoría– y sobre lienzo, a las cuales se agregan soportes pétreos y formulaciones tridimensionales.

Un montaje ingenioso, funcional y agradable ha logrado, pese al número de piezas, que éstas puedan contemplarse individualmente, desde las casi miniaturas hasta vastos formatos. Las obras figurativas se agrupan por retratos, bodegones, fauna –variaciones sobre tres temas siempre conservados– y abstracciones pobladas de pinceladas gestuales. La presencia escultórica, aunque discreta, demuestra la curiosidad insaciable de un artista que expresa un talento polifacético, todavía capaz de sorprender, y cuya dimensión no ha dejado de crecer en medio siglo.

Valores incuestionables
Aquiles Azar inspira respeto, consideración y afecto. Quien no conociera a ese hombre de ciencia y de arte –por cierto, él ejerció la odontología como un arte–, apreciaría esas cualidades al comprobar el placer de los coleccionistas cediendo y comentando sus obras con cariño… La amistad enriquece aquí la satisfacción estética.

Es impresionante comprobar que perdura el apego a la creación literaria y artística de un intelectual que, desde antes de los movimientos “libertadores” de los años 60, ha participado activamente en ideas, textos y escrituras. Los ritmos y gestos del 1996 y 1998, reiterados y revisados en años recientes, testimonian que él puede expresarse, no solo representando, formando y deformando lo observable, sino también evadiéndose hacia una soltura neoabstracta de alta calidad: ello fue una auténtica revelación en el medio artístico nacional. Un Aquiles Azar  que llegó a ser curiosamente “japonizante”. Escritura, alfabeto, ideograma, orientalismo repentino, más que identificarlos optemos por disfrutar ese “otro” lenguaje. La positiva obsesión de Aquiles Azar por la línea y su capacidad de gestar mundos se inició muy temprano: un “torero” del 1949 muestra que aquel joven no temía enfrentar los retos anatómicos y reinventar imágenes. El realismo se adueñó de su primera exposición individual, en los 60, una década después de egresar de Bellas Artes. En esos tiempos, la emancipación era lenta, prudente, cuando no autorizada por los profesores… Ahora bien, vemos en esta exposición cómo, de década en década, Aquiles Azar ensancha su camino por el arte.

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Aquiles Azar, un talento polivalente

Ejerciendo paralelamente dos profesiones, la odontología y el arte, Aquiles Azar ha cultivado también  la investigación en áreas científicas y humanísticas.

Este artista se ha distinguido en el periodismo cultural y en la literatura, en los géneros del    ensayo y la poesía. Es polifacético, también ha publicado varios poemarios y siempre tiene un libro en preparación.

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