¡Circo, circo!

¡Circo, circo!

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

Cuando se tiene todo el poder, cualquier acción de los que detentan el mando debe ser vista con ojeriza. Lo primero es no creer en las acusaciones, en las imputaciones, en los señalamientos. En una palabra, colocarse en la acera del frente y profundizar en las observaciones y en las propias investigaciones.
Por supuesto que no me convence nada de lo que estoy viendo. No creo que haya verdad verdadera en la intención del gobierno en este caso, que no sea la de exculpar a culpables favoritos de la administración.
Quienes claman por el debido proceso olvidan que el secuestrado Poder Judicial actuará conforme a la partitura que le puso el gobierno en el atril y todo ocurrirá tal como está escrito.
Recordemos cómo todo el poder del país acuchilló, aguijoneó, ninguneo al Presidente Salvador Jorge Blanco acusado de complicidad en la compra de vehículos para las Fuerzas Armadas.
Aunque sus abogados demostraron que los automóviles fueron adquiridos al precio establecido por el fabricante, pudo más el ukase del Presidente Joaquín Balaguer, para eliminar, que de eso se trató, la amenaza que representaba para él una candidatura presidencial de Jorge Blanco para 1990.
Todo aquel tinglado, todo aquel aparataje político-judicial se ejecutó tal como estaba previsto, porque también entonces, como ahora, el gobierno tenía en sus manos todos los recursos del poder.
Mientras veía por televisión la audiencia del caso Odebretch, me convencía más que el montaje del circo tiene mucho de aguaje, de allante, mucho de amagar y no dar, como aquel juego de niños que terminaba cuando el que dirigía ordenaba, dar sin reír, un pellizquito en el culo y mandarse a huir.
Ahora mismo no sé en cuál de las etapas se encuentra el juego, pero el libreto se ejecuta con excelentes actores, unos como titulares, otros como comparsas.
Evidentemente, todo el aparataje que nos presentan tiene un solo objetivo: exculpar, ocultar, limpiar a los ladrones y ofrecer una farsa en la cual algunas personas resultan afectadas en su buen nombre, en su ejercicio profesional y en su manejo de fondos públicos.
Ciertamente, al Procurador General de la República se le escapó un parlamento que no estaba escrito en el libreto: ni están todos los que son, ni son todos los que están.
Parte de lo más interesante a observar es que la acusación no es fruto de una investigación seria, profunda, despojada de partidarismo, de la presunción de culpables, contra ciertas personas de cierto partido, no, lo que se trata es de limpiar a los que son, a los que están, a los verdaderos culpables, independientemente de que, en el curso de la presentación de la obra, caigan algunos malandrines.

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