En diciembre, el comercio y la industria incrementan sus ganancias en virtud del repunte de la demanda y de las ventas. El resto del año, en cambio, esos ingresos declinan sustancialmente. De esto se infiere que cuando los trabajadores tienen más ingresos, aumenta su capacidad de compra de bienes y servicios y, por ende, mejora el dinamismo de la economía en sentido general. Más ganancias para las empresas y más ingresos fiscales para el Gobierno.
Pero la realidad tiene otra cara. El Presidente Danilo Medina ha puesto el dedo en la llaga al afirmar que con salarios de miseria no se va a ninguna parte. Es difícil sobrevivir con diez mil pesos mensuales o menos, que es el ingreso promedio de la mayor parte de la fuerza laboral del país. Un cálculo malicioso encasilla el salario en los costos, a pesar de que es el trabajo lo que transforma la inversión en riqueza. Todavía está lejos -por desgracia, dirían algunos- el día en que la tecnología sustituya plenamente la mano del hombre en la transformación de la inversión en riqueza.
Los empresarios deberían meditar en el hecho de que la demanda de los bienes y servicios que ellos producen o venden depende mucho de la capacidad de compra de los consumidores. Pagar salarios buenos y sostenibles genera un círculo virtuoso que aumenta las ganancias empresariales, los ingresos fiscales y la vitalidad de la economía.
MÁS INVERSIÓN PARA EL CAMPO
Un estudio permitió determinar que el equivalente al 4% del PIB es la inversión óptima para desarrollar la educación. Del mismo modo, hay estudios que llegan a la conclusión de que es necesario incrementar la inversión en agropecuaria para poder desarrollar el campo. No puede ser que un sector que produce el 6% del PIB reciba este año una inversión que apenas representa el 0.5% de ese producto.
Oxfam, una ONG internacional que trabaja por el desarrollo y contra la pobreza, aconseja incrementar sustancialmente la inversión en el sector agropecuario, como forma de mejorar la situación en el campo y fortalecer la capacidad exportable del país. En momentos en que el Gobierno coloca en lista de prioridades la agropecuaria, es un contrasentido que este sector reciba apenas un 0.5% del PIB. El potencial de exportación de nuestros campos merece mucho más que eso.