Circunstancial

Circunstancial

Señor director:

No hemos encontrado una conceptualización filosófica sobre la elaboración de la frase «yo soy yo y mi circunstancia» producida por el filósofo y ensayista español José Ortega y Gasset.

Puede ser que se piense que esta frase no es más que un producto dado en una circunstancia dada de un filósofo determinado, sin otro valor que ser la frase más conocida, divulgada y citada tanto de una manera científica como popular de Ortega Gasset.

Sin embargo, el mismo pensador español en una explicación de 1932, a una edición de sus «Obras», Por Espasa-Calpe, S.A., nos dice, entre otras cosas, que la expresión «yo soy yo y mi circunstancia»… «que aparece en mi primer libro y que condensa en último volumen mi pensamiento filosófico, no significa sólo la doctrina que mi obra expone y propone, sino que mi obra es un caso ejecutivo de la misma doctrina», es decir, que según el testimonio del autor podríamos referirnos con el concepto «circunstancialismo», concepto que hasta donde sabemos no existe filosóficamente, para el pensamiento y la doctrina orteguianos del hombre circunstancial.

Sin embargo, en Ortega parecería que la acentuación en el «yo», es determinante en la relación el ser humano y su circunstancia, aunque no sea totalmente cierta esta afirmación, pero para nosotros el hombre en lugar de ser unicircunstancial, lo comprendemos mejor como pluricircunstancial, es decir, que el hombre se mueve casi siempre en varias circunstancias.

Así lo encontramos como un trabajador incansable en el día y en la noche un derrochador de placeres, o puede ser un amante esposo en su hogar y en otra circunstancia un amante empedernido de otras mujeres.

El hombre político es un paradigma del hombre circunstancial. En un determinado ambiente o contorno este hombre puede ser antireeleccionista, mientras que en otra circunstancia puede ser lo contrario.

Los ejemplos, de este ser eminentemente circunstancial, los encontramos diariamente y en tiempos axiales.

¿Cómo puede ser un hombre determinado o una mujer, no importa el género, antireeleccionista para seleccionar un Presidente de la República, pero en otras circunstancias como reelegirse en el Congreso, en los Municipios, en las asociaciones sindicales, en las academias, o en cualquier institución pública o privada, es reeleccionista?

Tal vez, esta contradicción ambivalente se puede expresar con las palabras de Ortega y Gasset, «la vida es circunstancia» y «cada cual existe náufrago en su circunstancia» o por ese deseo de eternidad que avasalla al ser humano, porque como lo señala el filósofo, «el hombre quisiera ser eterno precisamente porque es lo contrario».

Nos extraña, lo que no debe extrañarnos, que el hombre asediado por su circunstancia niega prácticamente lo que antes había afirmado, porque la circunstancia ha cambiado y debe ajustarse a su nueva condición del contorno que lo condiciona.

La propaganda política que circula en estos días de la joven primera votante que confiesa la situación y decepción de su madre; primero en una circunstancia dada vota por un candidato que no cumplió lo prometido, luego votó por otro que tampoco cumplió y ahora se deduce que votará por un tercero que hace otras promesas que no sabemos si de llegar, cumplirá.

Esa variabilidad del ser humano según la circunstancia que lo asedia y condiciona, es lo que podría llamarse «el síndrome político del cambia chaqueta», justificado o no.

Otra situación donde la circunstancia está fuertemente presente es la de las encuestas. La circunstancia nos hace creer o descreer en ellas. Si nos favorecen, creemos en ellas, si es lo contrario, no creemos. Si una encuesta nos dice que estamos en primer lugar, la defendemos con ahínco, pero si la misma encuesta nos desfavorece en una segunda oportunidad, comenzamos a dudar de ella; mientras más bajamos, menos creemos, mientras más subimos más creemos en la encuesta.

El proverbio árabe que dice «el hombre no puede saltar fuera de su sombra», lo podemos traspalar diciendo «ningún ser humano puede saltar fuera de su circunstancia».

En conclusión: el ser humano es una víctima culturalmente condenada por sus circunstancias.

Atentamente,

Luciano Castillo

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