“La muerte, desdicha fuerte”. Con esta expresión de aflicción describe el bardo español Jorge Manrique, el deceso de su padre en un clásico poema de la lengua castellana. En la lectura de “La muerte de Iván Ilich”, genial relato de León Tolstoi, pude aquilatar en grado superlativo, el tormento psíquico de un hombre, un juez ruso de mediana edad, que se niega a resignarse a morir lentamente, después de saber que no podrá escapar de las garras de una enfermedad terminal.
Aunque todos somos conscientes que la muerte es consustancial a la naturaleza humana, nadie, en ninguna época, ha quedado conforme con la partida definitiva de seres queridos. Y aún más desconcertante, si los hechos ocurren inesperadamente con desenlaces trágicos durante la juventud, como la secuela por accidentes de tránsito en que se han visto envueltos peloteros profesionales criollos en los últimos años, adelantando citas con la muerte cuando parecía que todavía les quedaba mucho por vivir.
El más reciente infortunio que conmovió a la sociedad dominicana y al béisbol organizado, ocurrió en la madrugada del pasado domingo, cuando perdieron la vida en accidentes separados los conocidos peloteros Andy Marte y Yordano Ventura, aumentando a 12 el número de jugadores nativos malogrados en las carreteras del país. El primero, un antesalista de 33 años, que jugó para varios equipos en las grandes ligas y más reciente en la liga coreana, mientras que el segundo, con apenas 25 años, ya despuntaba como uno de los lanzadores jóvenes con mayor potencial de las mayores, vistiendo el uniforme de los Reales de Kansas City. En la pelota local ambos pertenecían a las Águilas Cibaeñas pero, al producirse los hechos, ambos estaban fuera de roster por circunstancias diversas.
La mayoría de las versiones coinciden que en ambos casos al estrellarse sus respectivos vehículos, se desplazaban a gran velocidad, de tal modo que ambos murieron en el acto. Un mar de lamentaciones y condolencias de jugadores, managers, ejecutivos de equipos y autoridades de la nación, encabezadas por el presidente de la República, Danilo Medina, expresaron su pesar ante el triste y luctuoso suceso.
Sobre las causas de estas tragedias se ha dicho que la mayoría de los beisbolistas proceden de comunidades deprimidas y hogares vulnerables, que al obtener firmas y contratos millonarios, no aprenden a administrar bien tanto dinero, excediéndose en lujos y diversiones desbordadas que por lo regular terminan en hechos fatídicos tronchando sus carreras y existencias.
¿Son estos fatales accidentes de tránsito una problemática exclusiva de nuestros peloteros?
La respuesta inmediata es no. Según datos ofrecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) la República Dominicana es el segundo país de los 182 miembros de la Naciones Unidas con más muertes de tránsito por cada 100 mil habitantes, con una tasa de 41.7 fallecimientos, solamente superada por la isla Niue, en el Pacífico, que tiene 68.3.
Este lugar en el ranking debiera de llenarnos a todos los hijos de esta tierra de preocupación y vergüenza, una falla que debe ser superada lo más pronto posible con políticas adecuadas y aumentando la seguridad vial.
Pero no todo está perdido, debemos referirnos al Programa Desarrollo de Habilidades Sociales, Emocionales y Administrativas, puesto en ejecución para orientar a los jóvenes prospectos tras la firma de jugosos bonos en el manejo de sus finanzas y garantizarles un futuro en términos educativos, mediante una alianza entre la Major League Baseball y el Banco BHD León. De esta nueva camada de peloteros bisoños que asisten a los talleres ya se han graduado más de 2,000, donde también son convocados sus padres y tutores. Las clases son impartidas por psicólogos y especialistas en finanzas. Esta iniciativa sin precedentes proyecta un nuevo perfil conductual, al margen de actitudes riesgosas, garantizando una mejor preparación para un porvenir exitoso.