Para casi todos los nacidos en Dominicana, desde hace bastante tiempo, los únicos ejemplos positivos dignos de ser tenidos en cuenta, y que contribuyen a darnos motivos para sentirnos orgullosos, nos los proporcionan nuestros deportistas, escritores, artistas y músicos.
Félix Sánchez, Luguelin Santos, Yamilet Peña y todos los miembros del equipo olímpico, por sus triunfos y medallas y por el esfuerzo para competir limpiamente. Los éxitos musicales y literarios de Juan Luis Guerra, José Mármol, Junot Díaz, Frank Báez, Homero Pumarol, Manuel Matos Moquete y muchos otros que no mencionamos por falta de espacio.
En un país inmerso hasta el fondo en la cultura de la desfachatez, de la irresponsabilidad, del engaño, del robo de los bienes públicos, del tráfico de influencia y de la impunidad más absoluta, y donde el culto al mérito y a la capacidad, al trabajo duro y la perseverancia, se tratan cotidianamente de enterrar.
Donde lo que predomina es el clientelismo político, el neo patrimonialismo, y el culto a la personalidad, auspiciado por la casi totalidad de la clase política, aunque ejecutada principalmente, por motivos obvios, por los detentadores del poder del Estado, la hazaña de nuestros deportistas, escritores y artistas, nos muestran que todavía tenemos un clavo de donde agarrarnos para no caer en el despeñadero absoluto.
Invito desde aquí a todos los creadores de opinión, de la especialidad que sean, sociólogos, politólogos, filósofos, historiadores, lingüistas, economistas, periodistas que propaguen como ejemplos a seguir los valores y prácticas que norman el proceder de nuestros deportistas de élite.
En primer lugar, confiar en sus propias fuerzas, en su esfuerzo personal, como medio de obtención de recompensas o premios, sea en el Olimpo deportivo, como en la sociedad en general.
En segundo lugar, la idea de que solo el trabajo duro, la perseverancia y el talento deben verse recompensados, independientemente de lo que piense cada cual.
En tercer lugar, que para obtener un triunfo cualquiera, desde el más modesto hasta el más elevado-, por muy individual y personal que parezca, nunca se podrá lograr sin un equipo que asesora, hace coaching, corrige errores y muestra el camino a seguir. Nadie logra nada por sí solo, por muy escogido del destino que se crea o finja ser.
Si frente a la cultura de la falta de vergüenza, de la corrupción y del delito impune que nos muestran a diario nuestros políticos, logramos difundir, propagar y estimular en nuestros ciudadanos otra cultura cívica y política diferente y alternativa, estaríamos dando un gran paso adelante en el camino del verdadero progreso patrio.
Una contracultura con vocación mayoritaria, nacional y popular, basada en el trabajo, la moralidad, la perseverancia, el juego limpio, y el ascenso social, económico y político basado en el mérito, la capacidad y la honradez. Eso sí es hacer Patria, todo lo demás, es puro teatro y fuego fatuo.
*Más rápido, más alto, más fuerte, es el lema de los juegos olímpicos modernos adoptada en Atenas (1896) y se atribuye al barón Pierre de Coubertin, aunque dicho lema es del fraile dominico (OP), Henri Didon.