Una mujer termina de lavar ropa en el río Cavaillon, en Maniche, Haití, el 24 de agosto de 2021, una semana después de que un sismo de magnitud 7,2 remeció la zona. (AP Foto/Matías Delacroix)
En lo alto de un montón de escombros, Michael Jules hundió una barra de hierro una y otra vez en el concreto de la que era la casa de su abuela. Un primo más joven, de cuclillas a sus pies, apartaba los restos con una pala de mano.
Era el tercer día que Jules trabajaba en el lugar como si fuese un arqueólogo, retirando una capa tras otra. Tenía más o menos establecido el perímetro de su cuarto. El martes por la mañana, destapó una esquina de su colchón.
Mientras Jules, de 21 años, se esforzaba con herramientas manuales, y a veces con sus propias manos, al final de la calle, pesadas excavadoras limpiaban fincas, depositando viviendas enteras en camiones de basura o reduciendo los derrumbados inmuebles a pilas ordenadas. Para algunas víctimas del sismo del 14 de agosto en Haití, el preludio necesario para la reconstrucción ha comenzado.
Joseph Gervain, otro de los primos de Jules, observaba desde la calle. Vivía en la casa de detrás, que también resultó dañada. Se preguntaba cómo deciden quienes manejan la maquinaria qué parcelas limpiar y cuáles no.
“Veo a gente que está sacando escombros, pero no sé cuáles son las condiciones», afirmó Gervain. “Quizás paguen para que se retiren los escombros. Veo que se saltan casas. Alguien está dando órdenes sobre de qué casas retirar los escombros».
Las maquinas llevaban los logos de organizaciones no gubernamentales, pero el alcalde de Maniche parecía ser quien guiaba los trabajos.
Jean Favard observaba como una de las grandes máquinas amarillas apartaba los escombros de su casa de vacaciones, un poco más arriba de la abuela de Jules. El inmueble estaba vacío y señaló que tiene previsto reconstruirlo una vez el terreno esté despejado.
Gervain apuntó que no tenía idea de lo que haría su familia en la finca donde la vivienda de ocho dormitorios repartidos en dos plantas— en la que vivían 12 personas — quedó reducida a una pila de concreto y vigas torcidas.
Jules seguía cavando con un doble objetivo: su ropa — iba vestido solo con ropa interior prestada de Spiderman — y su pasaporte.
“Aún no he encontrado nada», afirmó.
Maniche está a una hora de distancia de la carretera pavimentada, sobre un puerto de montaña y asentada en un amplio y verde valle. La localidad ha perdido entre el 80% y el 90% de sus casas, según estimaciones preliminares. Los montones de escombros como el de la casa de la abuela de Jules salpican cada calle.
Y la mayoría de las que siguen en pie tendrán que ser derribadas.
El mercado de la ciudad, a orillas del río, parecía estar relativamente intacto. Aún en martes — el día de mercado es el sábado — agricultores de los alrededores cruzaban el río con sacos llenos de frijoles y maní sobre sus cabezas. Las mulas chapoteaban en el agua, con las alforjas cargadas de pesados racimos de plátanos.
Gervain, el primo de Jules, apuntó que fue una suerte que el sismo ocurriese un sábado porque la mayoría de la gente estaba fuera de casa, en el mercado.
Jules no. Tuvo que salir corriendo cuando el sismo de magnitud 7,2 lo remeció todo. Ahora está desesperado por encontrar su pasaporte porque es futbolista profesional en el America des Cayes de la liga haitiana.
“Necesito tener mi pasaporte si tengo que viajar con el club para un torneo en República Dominicana o Cuba», señaló Jules, aunque esos juegos tendrán que esperar: la temporada quedó suspendida por la pandemia del coronavirus.
Aún sin la equipación del equipo y en lo alto sobre el montón de escombros, el zaguero derecho fue reconocido de inmediato por un aficionado.
“¿Eres de aquí?”, preguntó incrédulo el conductor de un mototaxi de Les Cayes. “No sabía que eras de Maniche”.
La ayuda llegaba lentamente a esta localidad de unos 20.000 habitantes.
Philemon Charles, un carpintero, dijo que la necesidad principal era el alojamiento. Su familia llevaba más de una semana durmiendo al aire libre en el exterior de su casa dañada.
El martes, la ONG estadounidense Samaritan’s Purse repartió grandes lonas azules para refugios temporales y pequeñas lámparas solares que permitirán que la gente cargue sus celulares. El grupo creado por el actor Sean Penn para ayudar a Haití, Community Organized Relief Effort, había llevado la maquinaria pesada. Y convoyes de varias agencias de Naciones Unidas entraron a la ciudad.
Para cuando el abrasador sol obligó a Jules a bajar de la pila de restos el martes, ya había logrado retira el colchón. Pero más concreto cayó de inmediato en el vacío que acababa de crear.