Ciudad, tránsito y el futuro de la movilidad; perspectivas institucionales y socioculturales

Ciudad, tránsito y el futuro de la movilidad; perspectivas institucionales y socioculturales

Este 31 de octubre se celebró el Día Mundial de las Ciudades

Movilidad humana y vida urbana

La necesidad de medios rápidos de transporte de bienes y personas es un rasgo fundamental de la vida
urbana contemporánea. Avances en modos de transporte sofisticados y la globalización han hecho
posible que nos desplacemos con rapidez. En nuestras rutinas diarias, la movilidad permea la mayoría de
las actividades humanas: lugares a los que vamos y desde los que venimos (eje., el trabajo, la escuela, la
iglesia, el gimnasio, el aeropuerto, etc.) para lo que dependemos de un vehículo motorizado.

Las ciudades motorizan el cambio social; albergan instituciones económicas, políticas y culturales, y son
los principales pilares de los mercados financieros. Ciudades y vehículos están estrechamente
entrelazados; el espacio urbano es, en efecto, un espacio motorizado, rodeado por el constante
movimiento de carros, autobuses, camiones, motocicletas.

Sin embargo, pese a sus beneficios, la movilidad centrada en el vehículo motorizado plantea ciertos
riesgos para la calidad de vida y la sostenibilidad urbana. En este artículo, abordo algunas de las
tendencias y preocupaciones a las que se enfrentan los planificadores urbanos y los formuladores de
política al gestionar las necesidades de movilidad en el contexto de la Nueva Agenda Urbana.

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Motorización y espacio urbano

Los procesos de motorización y urbanización van de la mano. Como afirma el Banco Mundial, «la
motorización es una parte clave del proceso de desarrollo de un país y, de hecho, es inevitable». A
medida que la urbanización continúe consolidándose en todo el siglo XXI, las estimaciones sugieren que
para 2050, el 68% de la población mundial será urbana, y alrededor del 85% para el año 2100. En
consecuencia, habrá una mayor necesidad de medios de transporte.

En contraste con los países desarrollados, donde la norma es utilizar el transporte público, en los países
en vías de desarrollo la tenencia de un automóvil no solo se trata de la necesidad de transporte;
también se trata de su valor simbólico , del sentido de progreso individual; particularmente en el mundo
en desarrollo, para un hogar, un vehículo es un indicador de mejoría social .

Aunque el vehículo desempeña una función importante en la sociedad, la motorización genera varios
efectos negativos para la calidad de vida de las personas en la ciudad. Por un lado, la seguridad es una
de las principales preocupaciones de la motorización. Los accidentes de tráfico causan lesiones y
muertes; cada año, alrededor de 1.3 millones de personas en el mundo mueren en accidentes de tráfico,
y «entre 20 y 50 millones sufren lesiones no mortales » por la misma causa.

La motorización también tiene un impacto significativo en la calidad del aire . La contaminación del aire
en ciudades se ha asociado con varias complicaciones de salud, como accidentes cerebrovasculares,
enfermedades cardíacas e infecciones respiratorias, etc., de las cuales las emisiones generadas por los
vehículos son un contribuyente clave .

En países de bajos y medianos ingresos donde la planificación urbana es débil , la omnipresencia del
vehículo motorizado en el espacio público puede limitar el derecho de las personas a la ciudad . En parte, esto ocurre cuando hay poca supervisión institucional sobre los vehículos que hacen uso del espacio
público.

Entra el futuro de la movilidad

El dilema de planificar un ecosistema de movilidad eficiente junto con la búsqueda de un entorno
urbano saludable puede ser complejo. ¿Pueden las ciudades lograr ambas cosas? Aquí destaco dos
maneras de abordar este dilema:

1. Una es el aspecto del «hardware» urbano: las tecnologías actuales y emergentes permiten a los
planificadores urbanos adoptar el uso de vehículos más eficientes. Además, la planificación y la
implementación de esquemas de transporte sostenible requieren inversiones en infraestructura
adecuada para que vehículos y personas puedan compartir adecuadamente el espacio público.

    2. La otra es el «software” o mentalidad colectiva en el contexto urbano, es decir, las actitudes y
    prácticas que impregnan las normas socioculturales a nivel institucional e individual en una
    ciudad.

    En cuanto al aspecto “hardware”, las tendencias emergentes en la industria de la movilidad son
    prometedoras. Los responsables de políticas urbanas cuentan hoy día con una serie de innovaciones y
    herramientas que pueden catalizar la transición hacia una movilidad urbana sostenible. Estas son
    algunas de las tendencias que pueden ser aprovechadas inteligentemente:

    ‑ El auge de la Movilidad como Servicio (MaaS en Inglés): una de las tendencias más interesantes
    del futuro de la movilidad. Replantea por completo la forma en que la sociedad piensa en el
    transporte motorizado. El modelo MaaS significa que en lugar de poseer un automóvil (con
    todos sus gastos asociados) el usuario paga por el servicio de ser transportado del punto A al B,
    en un vehículo de bajo consumo de combustible que se adapta a las necesidades del usuario.

    ‑ El auge de la movilidad no motorizada; algunos informes se refieren a esta tendencia como
    «micromovilidad», que incluye bicicletas y scooters. Eso requerirá cambios profundos en la
    infraestructura peatonal, así como garantías de seguridad vial.

    ‑ Los vehículos autónomos están más cerca de lo que parecen. Se utilizarán sistemas de
    transporte público más pequeños y eficientes para viajes en la ciudad, menos costosos que los
    trenes subterráneos.

    ‑ El transporte de carga dependerá cada vez más de camiones eficientes , eléctricos y autónomos.
    En el horizonte se vislumbran medios de transporte de carga más sofisticados.

    Es necesario abordar el aspecto del “software humano” de la movilidad. Aquí elaboro algunas ideas:

    ‑ En las ciudades donde el uso del automóvil privado está profundamente arraigado en la cultura,
    soluciones como MaaS u otras alternativas de transporte masivo requieren abordar la voluntad
    de cambio de las personas . Para que haya menos automóviles transportando a un solo pasajero, se necesita abordarse desde los hábitos, la cultura y el comportamiento colectivo, para
    establecer normas sociales pro-sostenibilidad.

    ‑ Los viajes compartidos (Ridesharing) se normalizarán; datos de encuestas han demostrado que
    muchas personas «están dispuestas a utilizar un servicio de transporte autónomo compartido
    con hasta tres viajeros». Sin embargo, es necesario que exista un marco legal que regule cómo
    operarán estas plataformas dentro de la supervisión gubernamental.

    ‑ De la motorización individual a soluciones de transporte masivo sostenibles: en las ciudades
    donde las clases media/alta son reacias a usar el transporte público, los planificadores urbanos
    deben encontrar formas de desincentivar el uso individual del automóvil. De hecho, algunas
    ciudades están desincentivando por completo la tenencia de automóviles.

    Movilidad en una ciudad sostenible

    La Nueva Agenda Urbana desafía a los planificadores urbanos a considerar la movilidad como una
    oportunidad para hacer que las ciudades sean más habitables. Las ciudades del sur global pueden
    enfrentarse a dificultades financieras y políticas para adoptar una agenda de este tipo que vaya más allá
    de lo usual en la gestión de la ciudad. Sin embargo, si no se toman decisiones difíciles ahora, la
    urbanización seguirá expandiéndose, al igual que los problemas que plantea para un medio ambiente
    urbano saludable.
    El automóvil es un dispositivo hecho por la humanidad que, además de transportarnos de un lugar a
    otro, proyecta una sensación de libertad y disfrute. Sin embargo, una idea clave en este escrito es que
    estamos en un buen momento para empezar a planificar e invertir en soluciones de movilidad que no
    dañen el medio ambiente y que no interfieran tanto con el espacio público que debería reservarse para
    el peatón.
    Por último, un marco de movilidad sostenible encontrará formas de hacer que las/los ciudadanos/as
    participen de manera más significativa y responsable en el uso y cuidado del espacio público. Esa ciudad
    es aquella que hace cumplir sus reglas de tránsito, que elogia el cumplimiento de las normas y condena
    la violación de estas. Es una ciudad que planifica e incorpora el hardware y el software de la movilidad
    humana, lo que la hace más accesible a los ciudadanos de todos los niveles socioeconómicos, sin dejar a
    nadie atrás.