La sociedad dominicana, durante décadas, ha sido intervenida con políticas de cirugías urbanas que expulsan a los pobres de la ciudad y de lugares de recreación, ejecutadas así en proyectos turísticos y construcciones de grandes obras.
Las políticas urbanas desarrolladas en el gobierno de Balaguer y continuadas por Leonel Fernández se sustentan en la limpieza de la ciudad o expulsión de los pobres, limpieza de quienes la afean y obstaculizan su modernización.
A esto se le agrega la aprobación de una Constitución que legitima la total privatización de las playas. Las pocas playas públicas pasarán a ser propiedad privada de empresarios y/o funcionarios.
Es un atentado contra el patrimonio natural y cultural de nuestro país. Negar el derecho a la recreación y al uso del espacio público a la población es una violación del ejercicio ciudadano y una legitimación de la desigualdad social y la exclusión.
¿No quieren cerca a esa mayoría de la que depende su presencia en el Congreso?
El rechazo y el desprecio por la presencia de los sectores pobres, los chopos y las chopas de las playas es evidente. Chopo o chopa es un término insultante y degradante que utilizan las élites contra los sectores pobres y su estilo de vida, sobre todo hacia las trabajadoras domésticas.
El uso del término es una expresión de la intolerancia cultural presente en las élites y estratos altos que evitan juntarse con personas pobres porque afean el entorno. Esta intolerancia bañada de una estética de desprecio a las manifestaciones de la pobreza se presenta en las políticas urbanas con su máxima expresión en nuestra nueva Constitución, una Constitución excluyente e intolerante.
A nuestros legisladores y grupos de poder le molesta la presencia de los pobres en la ciudad, en las playas, en los ríos y balnearios. No quieren compartir con ollas de locrio de pollo o espaguetis con pan en la playa, ni el baño con tubos, el ron y la bachata. Han decidido acabar con las giras de las escuelas para las playas, ríos y balnearios.
¿Cómo piensan que serán reelegidos por la población si les están negando a sus votantes el derecho a la recreación y al uso del espacio público que nos pertenece a todos y todas?
¿Será que prefieren entregarles las playas, ríos, saltos y balnearios a extranjeros como el alemán que convirtió el salto de Bayaguana en su propiedad y cobra US$10.00 para entrar?
Nuestro país se ha convertido en propiedad privada de los grupos de poder, pagamos los impuestos con los que se enriquecen y nos expulsan, somos extranjeros en nuestra propia tierra.