La persistente aspiración a vivir fuera del país que abrigan muchos adultos (40% según encuestas) y gran parte de la juventud entrevistada por competentes investigadores sociales de la PUCMM es reflejo de una deuda social que parece irreductible. Que hace ver a República Dominicana como excluyente de una parte demasiado importante de su población, insatisfecha con lo que logra y sin suficiente confianza en el futuro con pleno derecho a expectativas superiores.

Los resultados del accionar privado y de gestiones de Estado en favor del desarrollo siguen siendo insuficientes para satisfacer necesidades y aspiraciones de segmentos poblacionales y el día que se mida la fuga de cerebros se comprobará que al éxodo se suma mucha gente preparada para ganar más dinero fuera de aquí, incluyendo simples niveles técnicos. Un capital humano que no cesa de huir.

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No importa cuan optimistas aparezcan los entes de poder ni cuánto más se trate de convencer a votantes de que esto va bien o que mejoraría si se les apoya políticamente, sus discursos y protagonismos no logran la integración social imprescindible para que un mayor número de dominicanos crea firmemente en su país y en el porvenir.

No se convence ampliamente a los dominicanos de que todo va bien o de que serán mejor gobernados ni desaparece la convicción de mucho tiempo de que desde la política, el poder y los negocios en el país se ha hecho poco por las mayorías.