Clara Leyla Alfonso, reportera, periodista intensa, firme, íntegra, profunda, reconoce que el ejercicio periodístico actual ha tocado niveles de deterioro alarmantes, preocupantes, y lo vincula estrechamente con el progresivo deterioro de valores morales de los estamentos de nuestra sociedad. Lamentablemente, en este país la corrupción lo arropa todo.
Esta mujer talentosa, modelo de una generación ejemplar, ejerció el oficio periodístico con entereza, apegada a los principios y valores que le enseñaron en su hogar, y que reforzó en las aulas universitarias. Defendió en los medios de comunicación las mejores causas, con entereza, consciente de los peligros y asechanzas que implicaba en esa época develar la verdad. Enfrentó y superó con estoicismo situaciones difíciles, pero no se doblegó. En 27 años prefirió escoger el camino de la verdad.
Por eso le resulta difícil reconocer una perogrullada: El ejercicio periodístico se ha deteriorado, en sentido general, así como también se deterioró la organización de los medios de comunicación. Obviamente, el ejercicio de nuestra profesión no es diferente a lo que ocurre en el país. Pero hoy día el efecto de la radio y la televisión es muy fuerte, y obviamente cuando hablamos de deterioro en nuestra profesión, creo que en nuestra mente pensamos más lo que ocurre en esos medios que lo pasa en la prensa escrita.
Clara Leyla entiende que, en una etapa de corrupción a todos los niveles, de pérdida de valores, el ejercicio periodístico debe ser inversamente proporcional a lo que ocurre actualmente: En una sociedad más corrupta, se requiere de periodistas más íntegros y de un desempeño realmente de servicio hacia esa sociedad que necesita que los periodistas estén comprometidos con un ejercicio íntegro. Eso realmente no lo estamos viendo.
Sin embargo, esa burbuja no existe. Ella lo sabe perfectamente. Esa etapa en la que ejerció pasó a la historia. Sin embargo, reconoce que hay excepciones.
No me gusta meter a todo el mundo en el mismo paquete, ni con la misma etiqueta. Pero obviamente es preocupante que en los medios de comunicación, observamos un ejercicio muy comprometido con lo comercial, con el medio económico, con ganar dinero a costa de un ejercicio que debe ser íntegro, honesto, honrado, un ejercicio que nos compromete a perseguir la verdad, que nos compromete con la sociedad. Para la gente de mi generación esto es bastante duro.
Siente mucha satisfacción y está agradecida de la vida, que le dio la oportunidad de ejercer en un momento histórico de nuestro país y hacerlo con los principios que aprendió. Sin embargo, algo le preocupa: ¿Qué le depara el futuro al ejercicio periodístico? Clara Leyla hace una breve reflexión: A los jóvenes que ejercen actualmente, y a las generaciones que vendrán, los exhortó a no doblegarse ante el poder o el dinero, a no dejarse avasallar por nada ni por nadie, a que hagan un ejercicio puro, honesto, íntegro, de entrega total, apegado siempre a la verdad y en defensa de los mejores intereses de la sociedad dominicana.
Periodistas, no comunicadores. No le molesta, pero tampoco le agrada que la llamen comunicadora, pues la compararían con gente que hace vida en los medios de comunicación (enganchados, políticos, tránsfugas, simuladores, modelos, reinas de belleza, presentadoras, etc.) y resulta que son comunicadores/as.
Hay un matiz diferente cuando tú hablas de periodista, de reportero. Ese matiz de comunicadores no me gusta. Yo me siento periodista, reportera y como tal pudiera reclamar una capacidad de análisis y de opinión.
No le interesa como inmaculada, pero reconoce parte de esa generación fueron periodistas luchadores, defensores de las libertades, pero pienso que sí, que fuimos honestos y es algo que hay que reconocer.
Entregamos un modelo, y se puede decir sí, se puede. Entendíamos que los principios era algo irrenunciable y nuestro compromiso era con la verdad, y eso nunca se negoció, ni pasó por nuestras cabezas.
Experiencia periodística. El 12 de agosto de 1967, Clara Leyla se convirtió en la primera periodista dominicana en entrevistar a Fidel Castro, en el Palacio de la Revolución. Justo el día de su cumpleaños número 23. Curiosamente, el comandante de la revolución cubana cumplía años al día siguiente.
El texto no se publicó, por razones políticas. En esa época laboraba para El Nacional y cubría la fuente palaciega. Tuve muy buenas experiencias, pero esa fue formidable. Fue algo extraordinario, fue una experiencia maravillosa, aunque eso tuvo sus consecuencias cuando retorné al país.
Laboró en Noticiario Popular, los diarios El Sol y HOY, donde llegó a dirigir la sección Temas. Durante años escribió la columna A sol y a sombra. De los primeros años recuerda a Radhamés Gómez Pepín, Juan José Ayuso, Altagracia Rodríguez, Aleyda Fernández, Virgilio Alcántara, Silvio Herasme Peña, Rafael Núñez Grassals, Ángela María Butten.
En 1986 dejó de ejercer. Ese año empezó a laborar en la Organización de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en el área de comunicación.
La diferencia
Clara Leyla, autora de la sección La otra campana de Noticiario Popular, hace una diferenciación entre el ejercicio periodístico de la radio, la televisión y la prensa escrita, contando, obviamente, con la política informativa y las restricciones de cada medio.
En la radio y la televisión, la individualidad de cada periodista tiene más espacio. Por consiguiente, lo que expresan en esos espacios es más responsabilidad profesional del mismo, es decir, son responsables directamente de sus opiniones y de lo que hacen en sus respectivos espacios.
Sin embargo, el ejercicio de la prensa escrita es diferente, según la veterana reportera, porque el periodista tiene que insertarse en la línea editorial del periódico, es decir, el periódico es más severo y el reportero no tiene nada que ver con la política informativa.
Entiende que las políticas editoriales que imponen los periódicos son muy frustratorias, porque priorizan temas banales y traen informaciones de primera plana noticias que asombran, cuando ocurren otras cosas más importantes, como sería los temas urbanos, de salud, de producción de alimentos, de ecología y medio ambiente, ¿entiendes? Hay muchos temas nacionales y temas locales para investigar. Pero los enfoques son muy limitados. Es como cuando le ponen anteojera a los caballos para que no vean a los lados.
Esa realidad es triste, penosa, según la autora de la que fue columna periodística A sol y a sombra. La reputada periodista entiende que el país, la sociedad dominicana, merece algo mejor del ejercicio periodístico.