¡Claro que huele a dictadura!

¡Claro que huele a dictadura!

Millizen Uribe

Dice un refrán que lo mucho hasta Dios lo ve. La estrategia con que un sector de quienes ostentan el poder de turno ha querido controlar la justicia, eliminando jueces y fiscales independientes, ha sido tan burda que ni siquiera un poder fáctico como la Iglesia católica ha podido guardar silencio.
En el marco de la Semana Santa y el Sermón de las Siete Palabras, los púlpitos fueron usados para advertir del clientelismo, el afán desmedido por concentrar el poder, el secuestro de la justicia y la amenaza de dictadura, entre otros temas.
Esta actitud de la Iglesia Católica no es nueva. En la dictadura de Trujillo, para citar un ejemplo, durante años (especialmente tras la firma del Concordato), una parte de la cúpula sirvió al régimen, pero nunca faltaron religiosos contestatarios hasta llegar a la gota que derramó el vaso: persecución y tortura contra los expedicionarios de junio del 59 y luego contra los integrantes del movimiento en su honor, concluyendo con el vil asesinato de las hermanas Mirabal.
Guardando las distancias, en nuestra contemporaneidad el punto de quiebre ha sido el control de la justicia. Siendo honestos, esta no es la primera vez que sectores gubernamentales intentan confeccionarse una justicia a su medida, (reprochable en el pasado y en el presente), pero la inquina y abuso de poder de éste, ha recordado usanzas de sistemas dictatoriales.
Primero fue contra la magistrada Miriam Germán, perseguida con asechanza, todo para sacarla de la Suprema. Luego los atropellos contra el TSE y su presidente Román Jáquez por cumplir su rol de emitir sentencias sin aceptar presiones. Lo peor es que esto no se queda aquí, sino que manda un metamensaje peligrosísimo a los demás servidores públicos: o te «pliegas», o te destruyo (o al menos lo intento).
Esto debe correlacionarse con el control absoluto de los demás poderes estatales e, inclusive, de las instancias que deberían ser fiscalizadoras, tras lo que se concluye que República Dominicana está ante un proyecto autocrático, dispuesto a socavar la precaria institucionalidad que tenemos, que irónicamente, y eso hay que reconocérselo al PLD, ellos mismos ayudaron a construir.
Ciertamente, la democracia que tenemos en el país no es perfecta. Necesita pasar de una electoral (aún cuestionable por la competencia desigual de recursos y la compra y venta de votos), a una social y de derechos como proclama nuestra Constitución. Pero existe libertad de expresión (este artículo es una muestra) y no matan a nadie por sus opiniones, mas las dictaduras también se renuevan. Las persecuciones hoy día son otras y esas tampoco las debemos tolerar. Después de todo, este país es de todos y todas, no sólo del grupito que está en el poder, y para que haya democracia se ha derramado mucha sangre, nunca debemos permitir que sea en vano.

Millizen Uribe

Millizen Uribe

Periodista. Editora del Periódico HOY Digital

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