Clase versus raza

Clase versus raza

CHIQUI VICIOSO
Alto, buenmozo, el más dominicano de los negros norteamericanos, el reverendo Jesse Jackson, declaró en medio de un mar de banderas dominicanas, en la masiva manifestación de los inmigrantes en el Bajo Manhattan, el pasado primero de mayo, que Martin Luther King al final de sus días (por eso lo mataron, al igual que a Malcom X) se centró en mejorar las condiciones económicas para todos los americanos, independientemente de su raza. Y dijo que las similitudes entre los afro-americanos y los emigrantes “ilegales” son demasiado poderosas para ser ignoradas.

“A nosotros también nos negaron la nacionalidad. Nosotros también fuimos trabajadores indocumentados trabajando sin salario, sin beneficios, sin el derecho al voto. Debemos sentirnos honrados de que otra gente utilice las tácticas y estrategias de nuestra lucha. No debemos de afirmar, como lo estamos haciendo, que nos las están robando. Ellos (los emigrantes) están aprendiendo de nosotros”.

La posición progresista del reverendo Jackson se distingue muy diafanamente de la de algunos académicos, dirigentes y lideres negros, quienes han expresado una gran preocupación con el éxito del movimiento de los emigrantes sin documentación y cierta molestia con el hecho de que se esté comparando su lucha con la de los emigrantes, quienes literalmente pararon ciertos sectores económicos del país el pasado Día Internacional de los Trabajadores.

“Las protestas de los negros en los 60 no se pueden comparar con esta lucha, porque nosotros somos ciudadanos y sufrimos siglos de esclavitud, violaciones, linchamientos y discriminación antes de que ellos comenzaran a organizarse”, dijo el profesor Brendon Laster, de la Universidad de Howard. A otros les preocupa la suerte de los trabajadores negros quienes, según afirman, tienen que competir con los inmigrantes por los trabajos más elementales, afectando lo que la población negra define como “la agenda sin terminar de la lucha por los derechos civiles”.

“Creo que el nivel de organización que los emigrantes demostraron fue asombroso, fenomenal, pero su lucha es muy diferente a la nuestra. Nosotros no elegimos venir aquí, nos trajeron como esclavos y luego nos negaron, aunque somos ciudadanos legales, nuestros derechos más básicos”, algo que refutan los dirigentes del movimiento de emigrantes diciendo que a fin de cuentas este movimiento lucha por los derechos de todos los trabajadores americanos, al margen de su origen nacional. “Enfrentamos los mismos desafíos, aunque hablemos diferentes idiomas, dijo Jaime Contreras, presidente de la Coalición Nacional de los Inmigrantes que movilizó a cientos de miles de inmigrantes hacia Washington el pasado diez de abril.

De nuevo el formidable reverendo Jesse Jackson puso las cosas en orden, declarando que: Son los empleadores de las corporaciones las que crean tensiones entre los negros y los emigrantes, dándole preferencia a éstos y pagándoles salarios desiguales. Este es un asunto de clase y necesitamos unir fuerzas para mejorar nuestras vidas. No podemos mejorar nuestras condiciones como africanos americanos a expensas de los derechos de otra gente. Suena familiar?

El hecho es que la estructura racista de la sociedad norteamericana fomenta la división entre la gente. Mientras 80% de los negros estima que los emigrantes de Latinoamérica trabajan muy duro y conservan fuertes valores familiares, el doble afirma que conoce casos donde un familiar no ha conseguido trabajo porque se lo dan a un latino, o donde le han despedido para contratar a un emigrante.

Las estadísticas parecen corroborar este hecho. En el año 2004, 72% de los muchachos negros menores de 20 años que no terminaron el Bachillerato estaban desempleados, comparado con un 34% de los blancos y un 19% de los hispanoamericanos.

Pero de quién es la culpa? Ciertamente no de las víctimas, y este debate en particular tiene una enorme vigencia para los dominicanos y dominicanas.

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