Se ha dicho que la clase media va a desaparecer en los EUA. Es, desde luego, una mala noticia. El conde Alexis de Tocqueville explicó, en su célebre obra “La democracia en América”, las muchas ventajas –políticas y económicas– que se derivan de la existencia de una pujante clase media. Tocqueville provenía de una familia monárquica; sus padres se libraron de la guillotina a duras penas, después de la Revolución Francesa. Tal vez esta experiencia de sus progenitores le inclinó a la observación cuidadosa de los fenómenos sociales. También se dice con sorna que a la clase media dominicana ya hay que llamarla “clase un cuarto”.

Esto así, porque se le ha reducido su poder de compra a causa de la inflación de los precios; además, porque ahora son más restringidos los servicios de seguridad social. La influencia política de la clase media ha disminuido. Los “barones” de los partidos tienen fuerza suficiente para dirigir a los pobres y a los ricos. ¿Quiénes manejan mayor cantidad de dinero en el mundo de hoy? Obviamente, los gobiernos y los narcotraficantes. Los contratos del Estado son controlados por esos “barones” de los partidos. Los “narcos”, como ha salido a relucir en los últimos tiempos, están aliados con las fuerzas encargadas de combatirlos.

Los ricos pueden operar en cualquier moneda; para ellos es fácil hacer transferencias de fondos de un país a otro. Las personas acaudaladas tienen inversiones en diversos sectores de la economía, en distintos lugares del mundo. Si un lugar “se descompone”, se van a otro que presente mejores oportunidades de negocios. Hemos visto cómo los empresarios venezolanos que huyen del régimen de Nicolás Maduro, se instalan en la RD. Eso es imposible para la clase media, anclada a un trabajo fijo, a un solo país.

La “estabilidad” de la clase media ha sido factor permanente del orden social. Los pobres emigran por desesperación económica; los ricos por intereses de negocios. La clase media se empobrece en el mismo sitio; mira angustiada la posibilidad de ir a vivir “en otra parte”. Los dirigentes políticos tienen hoy el poder y los recursos para asustar a los ricos y manipular a los pobres. La clase media significa poco.