Claude Lévi Strauss o la etnología

Claude Lévi Strauss o la etnología

Falleció 3 de este mes, a los cien años, el llamado padre de la etnología moderna, Claude Lévi-Strauss. Consagró 13 lustros de su vida a los estudios etnológicos de los mitos y creencias de una sociedad grande o minúscula envuelta en símbolos que explican su modo de intercambio económico, sexual y cultural.

 Lévi-Strauss nació en Bélgica, de padres franceses, pero pronto volvieron a Francia y el niño Claudio prosiguió sus estudios en París, donde se graduó como “agregé” de filosofía, diploma que en aquella cultura equivale a un doctorado y que sirve para entrar a la carrera docente.

Como no había para 1930 la carrera de Etnología, tuvo, al igual que los demás, que inscribirse en Filosofía, disciplina que se anexaba a las llamadas ciencias humanas. Esta anexión era un corolario de los estudios medievales que todavía a principios de siglo XX regían las universidades.

Con su título en manos, Claudio no hizo otra cosa que la que venían realizando los franceses desde que, a partir del siglo XVII emprendieron no solamente Francia, sino en Inglaterra y los Países Bajos, el proceso de penetración religiosa y luego comercial al comenzar el siglo XVIII de vastos territorios lejanos como las Américas, Arica, el Cercano y el Lejano Oriente.

Esta lógica colonialista (que dio lugar a la fundación de un tipo de antropología) fue la que llevó a Claude Levi-Strauss a emprender, a los 25 años, un largo viaje que le llevó a Sao Paulo en Brasil, ciudad y campos de sus alrededores donde emprendió los estudios etnológicos que le harían famoso.

En una entrevista que concedió al semanario parisiense “L’Express” (15-21 de marzo de 1971), el propio etnólogo confiesa que su amor por tal ciencia comenzó cuando leyó, después del Armisticio, el libro de Marcel Granet “Categorías matrimoniales y relaciones de proximidad en la China antigua”. Dijo que dicha obra “le reveló un campo de la vida social donde las reglas formuladas de manera rígida exigían una interpretación rigurosa. Y,  al mismo tiempo me parecía que la solución de esos problemas debía ser más simple que las complicaciones en que las encerraba Granet  a fin de llegar a interpretarlas.” Después vendría la influencia del antropólogo americano Lewis Morgan, así como la de Marx y Engels en la parte de la familia y la superestructura. Tangencialmente conoció a Marcel Mauss, pero después que ya su pensamiento estaba completamente formado y de quien utilizó, para sus trabajos de los mitos de las sociedades “primitivas” de los Estados Unidos, el concepto fundamental de “intercambio”.

Increíble, pero cierto. Aquí está el nudo o leit-motiv que impulsará y guiará a Lévi-Strauss en todos los estudios y esfuerzos por constituir a la Etnología y la Antropología en disciplinas científicas, con un conjunto muy finito de conceptos, un dominio claro de aplicación y un objeto de estudio muy preciso y claro.

Cuando llegué a Besanzón, Francia, en octubre de 1969, Lévi-Strauss era toda una celebridad. Se le asociaba con los grandes cerebros pensantes, y aunque yo fui a estudiar metodología del francés como idioma extranjero, y literatura como vocación personal, me las tuve que ver con este reconocido autor, puesto que la lingüística estructural era la moda del momento y no había universidad que no la tuviera en sus planes de estudios. De modo que sin quererlo, me vi de lleno inmerso en estos estudios, tanto en lingüística, como en fonética y fonología y en análisis de textos literarios.

En los tres años que pasé en la Universidad del Franco-Condado, la moda era el estructuralismo, y como estructuralista sin quererlo, me vi envuelto, por la vía de mis profesores, en ese campo de Agramante, y tuve que leer y estudiar el análisis del poema “Los gatos”, de Baudelaire, realizado por Lévi-Strauss y Roman Jakobson, este último el gurú del estructuralismo, método que introdujo en Europa y los Estados Unidos cuando salió de Rusia en 1905.

Mi tesis de maestría sobre Claude Simon es completamente estructuralista. Yo mismo no vine a liberarme de tales efectos sino después de 1972 cuando leí, en el curso de Jean Peytard, el primer libro de Henri Meschonnic titulado “Para la poética”, publicado en 1970.

Pero oigamos lo que dice Lévi-Strauss, en 1971, del estructuralismo: “…la moda momentánea del estructuralismo ciertamente pervirtió la intención” de dedicarme a tareas discretas y artesanales. En vez de dedicarse metódicamente a investigar el sentido propio detrás de las metáforas de las elaboraciones, se creyó en el derecho de sustituir indefinidamente ciertas metáforas a otras metáforas. De ahí nació lo que yo llamaría “un estructuralismo-ficción”. (…)No hay que asombrarse. En París, los salones son extremadamente bulímicos y necesitan un nuevo pasto cada cinco años. A partir de 1968, el estructuralismo pasó de moda, esa es la gran verdad.”

Obras más importantes

1. Escritos. París, Seuil, 1966

2. De la miel a las cenizas. París, Plon, 1968

3. El pensamiento salvaje. París, Plon, 1968

4. Los orígenes de las maneras de la mesa. París, Plon, 1968

5. Antropología estructural. París, Plon, 1971

6. Lo crudo y lo cocido. París, Plon, 1971

7. El hombre único. París, Plon, 1971

8. Tristes trópicos. París, Plon, 1973.

9. La vida de las máscaras. México, Siglo XXI, 1981

10. Las estructuras elementales del parentesco. Paidós, México, 1983

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