Claudette Munné presentó un recital inolvidable en Nueva York

Claudette Munné presentó un recital inolvidable en Nueva York

La ciudad de Nueva York es un paraíso para aquellos que disfrutan tanto de las artes escénicas como de las plásticas. La Ópera Metropolitana de Nueva York, el Avery Fisher Hall (ambos en el Lincoln Center for the Performing Arts), las obras teatrales de Broadway, las exhibiciones en el Museo Metropolitano de Arte y en el Museo de Arte Moderno, en fin, toda la expresión cultural que hace esta ciudad irresistible, se presenta en un ambiente en el que se respira finura, aristocracia y profunda elevación espiritual. Es en este marco que se presentó un recital de piano en la sala Weill del prestigioso y mundialmente famoso Carnegie Hall.

Bajo la égida de Producciones Oscar A. Rodríguez Inc., la pianista dominicana Claudette Munné acompañada de su esposo, el también pianista italiano Massimiliano Facchini, deleitaron al público que llenó la sala, con un programa a base de los grandes compositores Albéniz, Chopin, Liszt, Ravel y Gershwin.

La primera parte del recital fue ejecutada en forma magistral por Claudette, quien hizo vibrar las fibras ibéricas que son parte de nuestro patrimonio cultural con la música de Albéniz, específicamente “Granada”, “Aragón” y “Asturias” de la Suite Española del famoso compositor. Sin lugar a dudas Claudette Munné, fiel a sus raíces de Cataluña, es una digna intérprete de la música clásica española. La Balada op. 23 no. 1 de Federico Chopin fue la siguiente interpretación, lo que constituyó en realidad, un radical cambio en la emotividad y musicalidad con respecto a lo anterior.

[b]MOMENTO DE EMOCIÓN[/b]

En un despliegue de amplio dominio técnico, con una digitación impecable y un sentido rítmico impresionante, la pianista mantuvo a la audiencia al borde de su asiento. Brevemente se puede decir que la interpretación del gran compositor fue brillantemente ejecutada por Claudette. El público mostró su aprobación con una bien merecida ovación.

Luego hizo su aparición Massimiliano Facchini, quien de inmediato ejecutó la Polonesa op. 26 no. 1 de Chopin, Sposalizio (Año del Peregrinaje Italia) y la Rapsodia Húngara de Liszt. Por una parte, el grado de expresividad y sensibilidad musical de Massimiliano hicieron despertar los sueños románticos. Por otra, hizo vibrar de entusiasmo con los aires gitanos de la rapsodia que, mancomunados con una sofisticada técnica y excepcional contenido lírico, llenó de emoción a la audiencia.

Después de un intermedio de varios minutos se apreció algo no muy común en los escenarios neoyorquinos de música clásica: interpretación a cuatro manos en un solo piano.

Ravel fue el compositor escogido para dar inicio a la segunda parte del programa. Fue un verdadero deleite con la narrativa de la Bella Durmiente del Bosque. La mezcla de la pequeña emperatriz de las muñecas chinas y las conversaciones de la Bella y la Bestia fueron resaltadas con una fidelidad tal que, cerrados los ojos en determinados momentos, la gente se transportaba al reino infantil lleno de una sutileza melódica y timbre sonoro.

El dúo hizo gala de una impecable técnica y asombrosa coordinación con la Rhapsody in Blue, de George Gershwin. Esta obra del compositor norteamericano y conocida mundialmente, es tradicionalmente ejecutada a piano y orquesta. Gracias a un genial arreglo por parte de Henry Levine, Massimiliano y Claudette destilaron a su misma esencia el alma y mensaje del compositor. La brillante interpretación de la rapsodia con su excitante y contagioso sentido rítmico inspiraron el deseo de danzar a la audiencia. Los pianistas demostraron ampliamente que los pacientes años de estudios y las constantes presentaciones en escenarios tanto europeos como latinoamericanos tuvieron su reducto y gran final en esta importante sala. Al final, las ovaciones y los numerosos ramilletes de flores no se dejaron esperar y obligaron a los artistas a unos “encores” de Brahms y Lecuona.

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