Clave para la paz

Clave para la paz

Vivir pacíficamente y en armonía ha sido siempre tema de los hombres en casi todas las civilizaciones del mundo. Pero la buena intención no ha bastado.

Millones y millones de seres humanos pierden la vida en medio de conflictos temibles.

Hemos avanzado en muchas cosas, pero sigue el odio y todavía se derrama la sangre del prójimo y es ahora cuando necesitamos de más leyes, abogados, jueces, congresos, policías y cárceles.

Parece que el hombre lleva en su naturaleza una violencia egoísta que se manifiesta salvajemente ante la menor provocación.

Ser pacífico tiene un valor tan grande que Jesús afirmó que eran bienaventurados, pues “serían llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9).

Ahora bien, el Maestro no se refiere a quienes evitan los conflictos, adoptando una actitud de aguante ante las agresiones,  provocaciones y daños.

Aunque el sabio Salomón dijo que quien domina su ira es más fuerte que el que gobierna una ciudad, Jesús habla de aquellas personas que dan un paso más: trabajan y se entregan para lograr que las partes en conflicto pongan a un lado el odio y las diferencias.

Dista mucho del abogado, pues estos siempre están detrás de “defender” al cliente y de lograr que tenga la razón a como dé lugar, que se reconozca su “derecho” y que se le recompense o se le dé la libertad.

Con este procedimiento, alguien queda perjudicado.

El escritor Eckhart Tolle dice que la lucha por la razón es una forma más de hacer violencia.

La visión del pacifista no se concentra en una parte, sino en establecer la comprensión, la reconciliación y el amor entre todos.

Obvia las quejas contra el otro, los reproches y las acusaciones.

Su misión es promover y fundar la armonía.

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