Claves para la creación del sector cine en la

<p>Claves para la creación del sector cine en la</p>

POR CARLOS FRANCISCO ELÍAS
Si en el año 1900, el invento de los hermanos Lumiére se aproximaba a las costas de Puerto Plata, para iniciar una larga y azarosa historia del celuloide, Francesco Grecco sería el mago exhibidor en el caso dominicano.

La suerte del cine en el Caribe estaba echada, la historieta señalada sería estándar para dar inicio a una insularidad postal en el cine de grandes producciones, pero incapaz de mirarse con ojos propios, con la sagrada excepción de Cuba, de modo espectacular hoy en decadencia con algunos bríos dispersos que sobresalen.

No será cuestión de desperdiciar o agotar energías dibujando un rosario de culpabilidades, lo que me preocupa esencialmente, es ofrecer pautas para un desarrollo posible, con más o menos cierta coherencia en nuestro propio caos.

En algunos de mis planteamientos, me manejaré con la franqueza propia de quien siempre ha ejercido de modo público la exposición de sus ideas de modo transparente, directo y preciso.

HISTORIA DE UN DESBALANCE: LAS DIFERENCIAS ENTRE REPÚBLICA DOMINICANA, EL CARIBE Y EL RESTO DE AMÉRICA LATINA.

Si bien es cierto que en las dos primeras décadas del siglo XX, de modo rudimentario la República Dominicana, trata de hacer dos producciones fílmicas no profesionales (véase el libre de José Luís Sáez «Historia de un sueño importado» 1982), el fotógrafo Tuto Báez y Juan B. Alfonseca hacen la primera película de ficción del cine dominicano: «La leyenda de la Virgen de la Altagracia» (1922); con la colaboración en los textos del historiador Bernardo Pichardo, este mismo equipo realiza la segunda película dominicana una comedia con tintes ingenuos titulada » Las emboscadas de Cupido» (1924).

Nada de esto auguraba un panorama excelente para los años subsiguientes, especialmente si recordamos que una década después, se instala en la República Dominicana el régimen totalitario de Rafael Leónidas Trujillo Molina alías » El Jefe», antiguo ladrón de ganado instalado en el poder por las fuerzas invasoras, que habían llegado desde los EE.UU, en 1916.

En este sentido, se podría decir que dado el carácter de control del régimen totalitario de todo lo que fuese idea o conocimiento, , bajo este sistema de censura férrea del mundo cultural, las pantallas dominicanas pasaron a ser como en el resto del Caribe, grandes receptáculos de las producciones fílmicas americanas, que para esos tiempos reflejaban la visión que Hollywood tenía del resultado del final de la Segunda Guerra Mundial. En otras palabras, con escasas publicaciones, la crítica de cine apenas se iniciaba en el periódico El Caribe y posteriormente en un diario vespertino oficial llamado «La Nación».         

Cuando se hace referencia a la identidad del cine caribeño, debe recordarse que ya el problema de las identidades regionales en sí mismo, es sumamente controvertido y rico en contradicciones interpretativas, el mismo carácter colonial de la región del Caribe y su diversidad lingüística, hace ya imposible una convergencia de mercados y con respectos a la identidad del escaso cine de la región, habría que decir, que de los países hispano-parlantes de las Antillas mayores, Cuba, Puerto Rico y República Dominicana, solo el primero desde marzo de 1959, creó la estructura del ICAIC ( Industria de Cine Cubano de Arte e Industria Cinematográfica), cuya misión era al mismo tiempo, instrumento creador fílmico y efectivo aparato de propaganda política, en ambos rubros sus éxitos a lo largo de 40 años han sido valorados, aunque luego en lo que en Cuba se ha conocido como periodo especial, la producción local ha decaído considerablemente y la modalidad de coproducción ha logrado paliar en los últimos años esa crisis de producción nacional.

En el caso de Puerto Rico, hay una institución de fomento estatal que es la que está relanzando la posibilidad de un despegue del cine puertorriqueño, con varios proyectos fílmicos, según lo confirmara a quien suscribe recientemente, la realizadora mexicana, afincada en Puerto Rico Sonia Fritz. En el caso puertorriqueño no habría que olvidar la visión de D. Luís Muñoz Marín, fundador del estado libre asociado por sus siglas «ELA», quien con una organización similar a la que hoy existe financió entre 1940 y 1941, unos documentales que hoy son de mucho valor en el patrimonio fílmico de aquella isla.

En el resto del Caribe anglófono y francófono las historias son más complicadas, porque tanto en el caso de Guadalupe y Martinica existe una gran polémica, según nos revela Bruce Paddington en su texto «Cine caribeño: imagen, identidad y producción», a propósito de cómo definir una película caribeña, el drama de la identidad es un elemento muy polémico con respecto al Caribe y sus productos fílmicos. El escritor de Martinica, Aimé Cesairé, al plantearse el problema de la identidad caribeña y las imágenes fílmicas, afirma: «Lo que más hemos sufrido, más que ningún otro pueblo del mundo, es la verdadera alienación, es decir, la falta de un conocimiento sobre uno mismo. Creo que el tipo de film extranjero que hemos visto ha contribuido a crear este estado de cosas» (Bruce Paddington, Cine Caribeño: imagen, identidad y producción).

En 1973 en Jamaica la película «The Harder They Come» de Perry Henzell se convirtió en un modelo básico, que inspiró luego películas como: «Dance Hall Queen», «The Ird World Cop», es indudable que existen realizadores de cine en Martinica como Euzhan Palsy, a destacar también porque fue la primera mujer negra a quien unos estudios en Hollywood, le produjeron una película en 1989, titulada A dray White Season, en Curazao realizadores como: Felix de Rooy y Norman de Palma y en Guadalupe el realizador Christian Lara, sin olvidar a Jacobo Morales de Puerto Rico.

Pero el drama sigue siendo el mismo para todos en el Caribe. ¿Quien financia con cierta constancia una carrera a estos realizadores ?…

¿Qué marco jurídico los protegería para hacer plenas sus aspiraciones de crear un cine Caribeño de identidad multiple ?…

La mayoría de estos realizadores caribeños, tienen que gestionar sus producciones en el extranjero, lo que dificulta según ciertas discusiones ortodoxas aún en debate la identidad caribeña de ese cine producido.

Sin mucho espacio para extenderme, al hacer la comparación con América Latina, solo agregaré que en países como Argentina, Brasil y México, países modélicos en materia de producciones fílmicas constantes, nuestro desarrollo fílmico exiguo no tiene nada que ver, porque en este país el germen de lo que en la década del 60, sería el nuevo cine latinoamericano, no tuvo cabida, esas ideas habían comenzado especialmente en los países de América del Sur y este cine que tuvo que buscar el exilio a raíz del golpe de estado a Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, las ideas que se habían desarrollado en el Festival de Viñas del Mar, en todo el cono sur se fueron al exilio y siguieron desarrollándose posteriormente, pero es indiscutible que el germen real del nuevo cine latinoamericano, había comenzado en los años 50 en Bolivia, Argentina, Chile, Brasil y Colombia.

¿UN MARCO DE SOLUCIONES QUIMÉRICAS, PARA EL CASO DE LA INDUSTRIA DEL CINE EN LA REPÚBLICA DOMINICANA?

El primer elemento como solución en la República Dominicana, para el sector cine, sería su separación total de la Secretaría de Estado de Cultura, porque sus esquemas operativos, burocráticos, sin metas, no contribuyen a la libertad de desarrollo que el sector necesita, de ahí que mis reflexiones en este tenor, se manejan siempre en la frontera de una gran duda:

¿ Dos instituciones incipientes como la DINAC ( Dirección Nacional de Cine) y la Cinemateca Dominicana, son lo suficiente para crear un sector de cine?

Creo que no y mucho menos siendo dependencias de una Secretaría cuyo interés por el tema es nulo.

En el caso de la Cinemateca Dominicana, proyecto que inicié el 22 de septiembre del 2004, no daré juicios, corresponde a los que tengan ojos para ver, ofrecer sus criterios, no voy a ser juez y parte.

Ahora bien, en el caso de la Dirección Nacional de Cine no hay que ponerse lentes para entender que es un sector que debe dinamizarse y responder mejor desde el punto de vista gerencial a las demandas de los realizadores. Debiese tener un marco de definición y acción que insufle a sus tareas habituales metas más claras.

Será cuestión de que los interesados hagan públicas sus opiniones sobre el tema, porque se entienda o no, el status de la Dinac es el de una institución de servicio público y no de otra índole.

Pienso que la experiencia fructífera de los países latinoamericanos ya nombrados, debiesen servir de ejemplo para la creación de un modelo propio, cuyo nivel de independencia permita a quienes nos hemos dedicado, todos los años de nuestras vidas a este reglón, debatir y aplicar las ideas que puedan ayudar a florecer un sector de cine dominicano, libre del escollo inútil de un concepto estatal cultural, obsoleto e inmovilista, sin metas ni visiones definidas, por ejemplo en materia de coproducción extranjera, el proyecto Ibermedia, en este momento en América Latina, es uno de los más importantes, eso tiene una explicación cultural en la que no hay necesidad de ahondar porque las analogías son obvias, el mercado natural después de su mercado local es España, porque hasta el momento las estadísticas demuestran que las cinematografías de América Latina en su mercado local no pueden financiar sus películas, las excepciones son contadas y entre esas está el caso de Argentina y algunas películas mexicanas, por ejemplo en el año 2005, Argentina lideró la participación latinoamericana, siendo el país que más películas exhibió en España, seguida de México.

Pero, atención: Ibermedia no es tan poco la gran panacea, aunque es por circuntancias un instrumento útil, ya que si se analiza bien es un territorio que de un modo u otro, favorece en exceso a los productores.

Las realidades del mercado han demostrado, que el exceso de cuota de pantalla por parte del cine de Estados Unidos en más de un 90%, tanto en España como en América Latina, colocan las producciones nacionales de estos países en situaciones de autodefensa frente al acaparamiento de mercado de las grandes producciones norteamericanas.

El panorama arriba descrito, no es ajeno a las estadísticas que puedan revelar las cuotas de pantalla del cine norteamericano, con respecto a producciones nacionales, la situación en nuestro país no es diferente, ello demanda una política estatal coherente, manejada por especialistas y conocedores de la materia, en la Republica Dominicana, no puede haber una política interna que estimule la producción del cine nacional, manejada por personas que al margen de su jerarquía, desconocen totalmente la temática en cuestión, un sector cine para ser tal, tiene que estar normado por una ley, una ley que garantice el desarrollo no solo de la industria cinematográfica, sino de todos los elementos adherentes de la cadena cultural, que el cine genera, dícese: animación cultural, educación cinematográfica, talleres de guión, talleres de dirección, talleres para dirigir cortometrajes.

El sector cine en la República Dominicana, se está por construir, cuando digo que no existe, no se entiende mi aseveración:

No existe porque no está orquestado como una estructura en funcionamiento, disperso entre las cien y tantas dependencias de la Secretaria de Cultura  (pandemonium de finanzas selectivas, criterios autoritarios, ) atado sin fuerza propia, esperando una ley que pueda orquestarlo e independizarlo.

Me refiero a una ley de cine discutida con espíritu democrático, no con encerronas y desviaciones antojadizas de personas que desconocen estos temas y que no le hacen bien al desarrollo del cine dominicano mismo, porque el conocimiento de estos temas no está en un rango de decreto, está en la experiencia y conocimiento del sector aquí en el país y en el exterior.

La ley de cine debe ser un instrumento idóneo para consagrar de base todos estos aspectos fundamentales y fundacionales del sector, quien suscribe este artículo formó parte de una comisión que redactó la base original de la ley del cine dominicano.Mientras la ley de cine no exista no habrá base económica instituida para desarrollar como debe ser el sector de producción cinematográfica, habida cuenta de que en el Estado no se puede presupuestar algo que no existe, mientras estas situaciones no se resuelvan insisto que en la Republica Dominicana, el sector cine no existe, supongo que a estas alturas ya se pertenece al proyecto Ibermedia, desconozco si se ha pagado la cuota que se debe pagar o se hará en este mes de febrero del 2007, al hacer esto nuestro país formaría parte de un club de profesionales del cine, que en gran medida ya conocen los efectos positivos en cada uno de sus países, en materia de impulso a la coproducción fílmica local, internacional, vía Ibermedia.

Las realidades no se inventan, existen, la mayoría de todos los estudios que se han realizado sobre la factibilidad y su financiamiento interno no arrojan buenas noticias constantes, la República Dominicana está en el paquete de países latinoamericano, que debe desarrollar a fondo su mercado nacional, soy partidario de un apoyo al cine nacional de modo apasionado y entusiasta, pero ese apoyo implica una visión critica profunda de sus valores, de sus virtudes y sus defectos, porque no es el paternalismo el que nos llevará a puerto seguro, si queremos desarrollar una industria cinematográfica, que tenga un compromiso con nuestra identidad y nuestros valores. ( Cfe )..

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