Una de las principales preocupaciones de los padres es hacer de sus hijos excelentes seres humanos, y -por ende- personas útiles a la sociedad.

Es por eso que  buscan la manera de darles la mejor educación desde pequeños. Pero, ¿por qué algunas técnicas fallan? ¿Por qué creemos que estamos haciendo lo correcto, cuando realmente no es así?

Claudia Simó,  “Parent Coach” (Entrenadora de padres) y directora de Alas Formación y Apoyo, señala que hablar de buena crianza obliga a pensar en ciertos aspectos necesarios que como padres debemos ejercitar.

Entre estos, cita: proveer estabilidad  y  una sana danza familiar, pues es difícil criar a los hijos en un ambiente disfuncional.

“El amor de los padres es un sentimiento humano insuperable, sin embargo el solo amar no nos garantiza una buena crianza, pues muchos padres bienintencionados dañan a sus hijos”, explica la psicóloga. 

Simó subraya además, cuán importante es que todos los padres entiendan que entre la dinámica padre-hijo siempre estará íntimamente ligado al elemento de ejemplaridad.

“El hijo tiende a copiar el modelo paterno y en ocasiones trasciende más allá de lo que ese modelo le propone. Es por esto que debe haber coherencia entre  lo que queremos, lo que decimos y lo que hacemos”.

Recomienda también la comunicación como una de las herramientas más poderosas e impactantes en la vida de un hijo, resaltando el valor de la palabra como elemento de la comunicación emocional y afectiva en la dinámica familiar, “siendo ésta el instrumento de transmisión de los valores y paradigmas de generación a  generación”.

“Una buena crianza debe tener como objetivo el buen desarrollo emocional de los hijos, que corresponde a ese vínculo filial que genera seguridad. La madurez emocional incluye tener una identidad personal, respeto por sí mismo y un enfoque optimista hacia la vida”, resalta la especialista en la conducta humana.

De igual modo señala que en la crianza es elemental que se entienda que el amor entre padres e hijos no es puramente complacencia, ni los padres están para evitarles dolor y frustraciones a sus hijos.

 En tanto que “la madurez emocional que todo padre debe propiciar se obtiene en medio del placer y del dolor, las incertidumbres y los aciertos, en las luchas cotidianas, abrumadoras y enriquecedoras,  que trae cada etapa de desarrollo de los hijos”.

Claudia Simó indica que ningún esfuerzo es en vano si es para mejorar y dignificar la relación entre padres e hijos.

“Más aun cuando tomamos conciencia de que al desempeñar nuestro rol como padres habrá momentos difíciles y es justamente en esos momentos cuando se abrirán las grandes oportunidades, no solo para que tu hijo se desarrolle emocionalmente, sino que además es un paso hacia tu propia sanidad y crecimiento como padre y ser humano”, subraya la psicóloga.

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Predicar el ejemplo

“A   los padres solo les digo: prediquen con el ejemplo, pongan límites, construyan puentes sólidos de comunicación sincera, sean flexibles a los cambios necesarios de acuerdo a las edades de sus hijos, ejerciten el buen humor, cuiden su estabilidad emocional, espiritual, su sanidad mental y su cuerpo.  Para criar necesitamos estar fuertes, equilibrados y tener una genuina conexión con nuestros hijos”, dice  la especialista  a modo de reflexión.