Clérigo chií deja mausoleo;
se niega entregar las armas

Clérigo chií deja mausoleo; <BR>se niega entregar las armas

NAYAF, Irak (AFP).- La milicia del clérigo chiíta Moqtada Sadr evacuó este viernes el mausoleo del imam Alí en Nayaf pero se negó a entregar las armas a las autoridades iraquíes, y el ejército estadounidense inició la retirada del casco antiguo de la ciudad santa, mientras que Italia y organizaciones internacionales reaccionaron con indignación al asesinato de un periodista italiano.

   A primeras horas de este viernes tras un llamamiento de Moqtada Sadr para «salir del edificio», los milicianos del clérigo rebelde evacuaron el mausoleo que ocupaban desde hace cinco meses y fue entregado oficialmente a la Marjaiya, la máxima autoridad religiosa chiíta representada por el gran ayatolá Alí Sistani.

   El jefe radical chiíta aceptó el jueves por la noche el plan de paz propuesto por Sistani, figura emblemática de los chiítas de Irak, que prevé sobre todo «el desarme de las ciudades de Nayaf y Kufa y la salida de los elementos armados de estas ciudades a las que nunca más deben volver».

   El viernes por la tarde, el ejército estadounidense se retiró del casco antiguo de Nayaf como lo pide el plan de paz, constató un periodista de la AFP.

   En cambio, como el texto no menciona la entrega de armas a las autoridades iraquíes, los milicianos rechazan hacerlo por el momento.

   Después de la salida del mausoleo, cuyas puertas se cerraron, pusieron los lanza cohetes, morteros o metralletas en escondites y se llevaron los Kalachnikov en bolsas de plástico.

   «Van a esconder las armas pero no las van a entregar a la policía o al ejército», dijo a la AFP un portavoz de Moqtada Sadr.

   Las autoridades iraquíes exigen que los milicianos entreguen las armas a la policía de Nayaf. «Deben entregar sus armas (…) Tenemos que limpiar el país de milicias», lanzó Sabah Kadhem, portavoz del ministerio del Interior.

   Al menos 25 cadáveres con la piel ennegrecida e hinchada yacían este viernes en el patio del tribunal religioso de Moqtada Sadr, en el casco antiguo de Nayaf.

   La policía había afirmado que se trataba de «policías y civiles» ejecutados por los milicianos, mientras que la oficina del clérigo rebelde sostiene que eran combatientes del ejército del Mehdi muertos en combate.

   Italia sigue bajo shock el viernes después de la ejecución del periodista Enzo Baldoni por sus secuestradores en Irak, calificado por el primer ministro Silvio Berlusconi como «un acto inhumano» que recuerda «los tiempos oscuros de la barbarie».

   El ministro italiano de Relaciones Exteriores, Franco Frattini, afirmó el viernes que Italia mantendrá a sus soldados en Irak. «El chantaje del terrorismo no puede dictar nuestra conducta», dijo.

   La muerte de Enzo Baldoni, después de la de otro rehén italiano en abril, puede relanzar el debate sobre la presencia italiana en Irak. «No se comprende por qué las tropas italianas siguen en Irak para hacer una guerra loca y errónea», dijo Pierluigi Castagnetti, un responsable de la oposición.

   El Papa Juan Pablo II instó, por su parte, a todas las partes a «rechazar urgentemente» la violencia en Irak en un mensaje de pésame a la familia del periodista asesinado.

   Por su parte, la empresa kuwaití que emplea a siete camioneros secuestrados en Irak decidió suspender sus actividades en el país, aceptando así las condiciones de los secuestradores, informó la cadena árabe de televisión Al Arabiya.

   En el resto del país prosigue la violencia. Doce soldados estadounidenses fueron heridos en tres ataques en el centro de Bagdad.

   En Mosul (norte), la explosión de un coche bomba, al paso de un convoy estadounidense, hirió a diez iraquíes y a un soldado estadounidense y en Faluya (oeste de Bagdad), un soldado estadounidense perdió la vida en un accidente.

   En Hilla (sur de la capital), un miembro del Consejo Supremo de la Revolución islámica iraquí (CSRII) y un religioso chiíta fueron asesinados en dos ataques, según la policía.

   Por su parte, el presidente estadounidense, George W. Bush, admitió por primera vez que había «realizado una mala evaluación de las condiciones» en Irak después de la guerra, producto, dijo, de una «victoria rápida» contra los soldados de Saddam Hussein que pudo dar la ilusión de facilidad, aunque la resistencia se organizaba y se desarrollaba más rápidamente que lo previsto.

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