Clientelismo político

Clientelismo político

SALVADOR RAMÍREZ PEÑA
Selasie se perfilaba como jefe absoluto de Etiopía, luego de que todos los caudillos le juraran lealtad. Sólo uno se resistía, Balchá. Selasie le invita a una cena, a la cual Balchá acude con sus 600 mejores guerreros, dejando acantonando próximo al palacio un ejército de 10,000 hombres. Mientras Balchá cenaba, Selasie envió emisarios y compró sus soldados uno por uno, con cestos llenos de oro. Posteriormente aplastó a Balchá.

Cuando Moisés atravesaba el desierto para llevar a su pueblo a la tierra prometida, donde serían libres para siempre, hubo momentos de dudas y los judíos preferían las cebollas y los alimentos de sus amos egipcios, donde eran esclavos, añorando retornar a su situación anterior, llegando a cuestionar a Moisés por la pertinencia de haberlo metido en ese éxodo. Conviene recordar que Moisés había abandonado la comodidad del palacio egipcio para acometer esa magna empresa en beneficio del pueblo judío. La situación alcanzó ribetes de tanta preocupación que el mismo Dios se le apareció a Moisés y le dijo: «No te daré la tierra prometida hasta que el último de todos los que tengan más de veinte años haya muerto». Era la única manera de lograr entregar la tierra prometida a una nueva generación, que tuviera una visión diferente.

De conformidad con el médico y escritor Lucas, Jesucristo contaba en su staff con un equipo de mujeres de holgada posición económica, encabezadas por Susana, que le ayudaban en su misión evangelizadora aportando sus propios recursos.

En los casos religiosos, ninguno tuvieron aspiraciones de manejar el poder político para su provecho personal. Las dádivas se producen atendiendo a un mandato divino, y en la época evangelizadora de Jesucristo había que buscar la forma de  proporcionar alimentos a miles de personas que se desplazaban a grandes distancias, generalmente a través del desierto. Lo contrario acontece en el caso de las situaciones políticas. A los regímenes de fuerza y populistas no les interesa establecer un sistema de partidos políticos, en una sociedad organizada, con una visión futura, en un régimen democrático. Sin embargo, hay el común denominador que después de todo a las personas les agrada que les den. En la antigua Grecia se decía: «al pueblo pan y circo». Lo peor de todo es que mediante las dádivas se cuelan los desechos e ineptos.

La clase política dominicana ha fomentado el clientelismo político. Unos los piden alante, otros alante, durante y después, y los menos necesitados después. En una sociedad sin desarrollo industrial, con cuarenta y tres centros de educación superior, hoy en día hasta los estudiantes y profesionales recién graduados están ingresando a los partidos políticos como forma de obtener un empleo.

Al juntarse el hambre y la necesidad, como se dice popularmente, la situación es preocupante. En pleno Siglo XXI, lo menos que esperan las grandes mayorías es desarrollarse junto a los suyos en una sociedad diferente. Un gobierno que realmente le represente, y que trabaje de la manera más democrática y participativa posible, por y para el pueblo. Por eso la gente se está cansando de la clase política, y de los tradicionales partidos del sistema, porque cada día crece como bola de nieve una forma execrable de hacer política, que es ese clientelismo político, que fomenta la corrupción, aprovechando la miseria del pueblo, que los mismos políticos han contribuido a profundizar.

Hay que hacer una reingeniería en la sociedad. Crear un sistema de partidos políticos que se sustenten en la propuesta, en la concepción del Estado que se quiere, ante los desafíos de la globalización. Sistema definido como el conjunto de elementos ordenados dentro de determinados patrones, para obtener objetivos y propósitos definidos. De no hacerlo, estamos conminados a retroceder a épocas o situaciones superadas.

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