¿Cómo diferenciar un chiíta de un sunita?

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Preguntas sorpresa: ¿Al-Qaeda es sunnita o chiíta? ¿Cuál secta domina en Hizbulá?
 Silvestre Reyes, un demócrata nominado para presidir el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, no pudo responder correctamente ninguna de estas preguntas la semana pasada cuando la Congressional Quarterly lo puso a prueba. Calificó mal a Al-Qaeda poniendo que es predominantemente chiíta, y dejó en blanco la respuesta sobre Hizbulá, que es chiíta en su mayor parte.

“Hablo por mí mismo”, dijo a los reporteros, “es difícil mantener las cosas en perspectiva y en las categorías”.

No es que sea el único. Otros miembros del Congreso de ambos partidos han reprobado las preguntas improvisadas. En efecto, algunos de los estadistas occidentales más listos se han desconcertado ante el islam. Winston Churchill — en 1921, mientras estaba ocupado trazando fronteras muy rectas por todo el volátil Medio Oriente — pidió a un asesor una nota de tres líneas en la que explicara el “carácter religioso” del líder hashemita al que planeaba instalar en Bagdad.

“¿Es un sunnita con simpatías shaih o un shaih con simpatías sunnitas?”, escribió Churchill con ortografía anticuada. (“Siempre me confundo con esas dos”, agregó.)

Y quizá la memorización de datos religiosos no se debería requerir para el diseño de políticas. El general William Odon, quien dirigió el Departamento de Seguridad Nacional bajo el entonces presidente Ronald Reagan, dijo que lo que principalmente necesita saber Reyes es “cómo funciona la comunidad de inteligencia”.

 No obstante, mejorar la inteligencia estadounidense, de acuerdo con Odon y otros que tienen relaciones estrechas con el Medio Oriente y la comunidad estadounidense de inteligencia, requiere más que un organigrama.

 Un sumario es apropiado.

 La Revista pidió a casi una docena de expertos, desde William R. Polk, autor de “Understanding Iraq” (Para comprender Irak) hasta Paul R. Pillar, el funcionario de la CIA que coordinó la inteligencia en el Medio Oriente hasta que se retiró el año pasado, que explicara la región. Aquí, se presenta una síntesis breve.

¿Qué ocasionó la división original?

 Los grupos se dividieron inicialmente después de que el profeta Mahoma murió en 632, y sus seguidores no pudieron ponerse de acuerdo en si elegir un sucesor conforme al parentesco o entre líderes que seguramente seguirían los principios de la fe.

El grupo ahora conocido como sunnitas eligió a Abu Bakr, el consejero del profeta, para que fuera su primer sucesor o califa, para presidir el Estado musulmán. Los chiítas prefirieron a Alí, el primo y yerno de Mahoma. Alí y sus sucesores se llaman imanes, que no sólo dirigen los chiítas, sino que se les considera descendientes de Mahoma. Después de que murió el imán 11 en 874, y que se dijo que su hijo desapareció del funeral, los chiítas en particular llegaron a ver al niño como un mesías al que Dios había sido ocultado del ojo público. Desde entonces, la secta más grande de chiítas, conocida como los “duodecimanos”, se ha estado preparando para su regreso.

 ¿Cómo comenzó la violencia?

  En 656, los seguidores de Alí asesinaron al tercer califa. Poco después, los sunnitas mataron a Husain, el hijo de Alí.

La lucha continuó pero los sunnitas surgieron victoriosos sobre los chiítas, y llegaron a reverenciar los califatos por su fortaleza y piedad. Los chiítas se centraron en desarrollar sus creencias religiosas por medio de sus imanes.

 ¿Alguno de los grupos es el dominante en la actualidad?

Investigaciones han mostrado que los sunnitas representan alrededor de 85 por ciento del mundo musulmán, y las poblaciones más grandes se encuentran en Indonesia y otros países asiáticos, incluido Pakistán.

 En el Medio Oriente, la línea se desdibuja. Los sunnitas tienen una clara mayoría en Egipto, Turquía, Siria y Arabia Saudita. Sin embargo, en Irak e Irán, los chiítas son la secta más grande. Entre tanto, Yemen es tanto sunnita como chiíta.

  ¿Existen divisiones dentro de cada secta?

En casi todos los países del Medio Oriente, los chiítas y sunnitas son simplemente términos aglutinadores. El islam, al igual que la cristiandad, siguió dividiéndose al paso de los años con base en las divisiones sobre las interpretaciones de los textos sagrados, el papel del misticismo y si se deberían actualizar los viejos principios de la fe. Entre los chiítas, están los duodecimanos, pero también los ismailíes, que reconocen sólo siete imanes, los Zaydis, que difieren sobre la identidad del quinto, así como un puñado de ramas menores.

Los sunnitas, aun cuando en lo general están más unificados, no obstante cuentan entre sus fieles tanto a grupos laicos como a los ortodoxos, incluidos los wahhabis de Arabia Saudita, que interpretan el Corán con un celo puritano.

También están los musulmanes no árabes como los kurdos, que en su mayoría son sunnitas, y los iraníes, principalmente chiítas, más miembros de otras religiones. En Líbano, por ejemplo, no hay menos de 17 sectas musulmanas y cristianas diferentes.

 ¿Cómo funciona la división en la región?

 Depende del país. Los chiítas de Irak resienten los siglos de régimen sunnita, mientras que en Siria, cambian las piezas en el tablero: los alawitas, una secta chiíta minoritaria, gobierna sobre una mayoría sunnita.

  Arabia Saudita tiene una clase gobernante sunnita que está aliada con Estados Unidos, y ayudó a generar una insurgencia sunnita, Al-Qaeda, cuyo objetivo es derrocar la dirigencia del país. En cuanto a Irak, ambas sectas contribuyen a la violencia. Se ha acusado a miembros de las milicias chiítas leales a su clérigo Muqtada Al-Sadr de abrirse paso a balazos en forma indiscriminada entre multitudes que creían estaban bebiendo alcohol. Extremistas sunnitas justifican los bombazos generalizados con coches contra los chiítas porque actúan como takfiris o “excomulgadores”, que fallaron mediante decreto que los chiítas no son musulmanes.

 ¿Se trata sólo de religión? ¿Existen algunas circunstancias en las que se lleven bien sunnitas y chiítas?

Es posible que el fervor religioso sea un indicador exagerado de si alguna persona se volverá violenta. Una encuesta de opinión reciente de Gallup aplicada en nueve países musulmanes encontró que las probabilidades de que los radicales asistan a los servicios religiosos no son mayores que las de los moderados.

  Circunstancias locales específicas, bajando del nivel de clan al tribal y al del barrio, pueden encender o contribuir a las fricciones. En ocasiones, los desacuerdos entre las fes, sin importar qué tan sinceramente se sientan, pueden ser un sustituto de la avaricia, el temor o la humillación. Los iraquíes de ambas sectas que huyeron a Siria y Jordania por lo general se llevan bien, dijo Joost Hiltermann, director del proyecto Medio Oriente del Grupo Crisis Internacional.

“Todas estas diferencias no tienen importancia”, dijo Hiltermann, “mientras los actores que buscan movilizar el apoyo para su causa no las exploten con fines políticos, cualquiera que ésta sea”.

 En Irak, la división entre chiítas y sunnitas parece estarse volviendo más irracional. Y conforme empeora el conflicto, no hay forma de saber qué tan atroz se pueda volver.

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