Cóctel letal

Cóctel letal

Es cada vez mayor la tendencia en la práctica médica a establecer un vínculo entre contaminación urbana y enfermedades, su incidencia en afecciones respiratorias, alergias, recurrencias cardíacas y algunos tipos de cáncer. No obstante, salvo casos de intoxicación aguda, en el país generalmente no se hace una conexión causal con ese factor de riesgo.

Si bien se realizan mediciones de partículas y otros tóxicos, no existen estadísticas de morbilidad y mortalidad que tengan su origen en uno o más contaminantes ambientales.

Mas, se estima que la mortalidad derivada del tránsito vehicular no se reduce a las escalofriantes estadísticas por accidentes con miles de muertos y heridos cada año. Aunque no se registren, el transporte cava otras tumbas. Gradualmente, año tras año, los tóxicos que genera arrebatan la salud y quizás la vida como factor etiológico de lesiones respiratorias, reincidencias cardíacas y otras patologías.

Exposición. No solo nos sometemos a la contaminación del tránsito, también inhalamos gases y partículas que adulteran el aire con plantas eléctricas, baterías, quema de basura, fumigaciones, el polvillo de cemento, fundiciones de metales y otras fuentes.

¿Cuánto inciden en nuestra salud? Bastante, pero estadísticamente no lo sabemos.
En países desarrollados que monitorizan la relación entre el número reincidencias cardíacas y la polución, la incidencia de recurrencias cardíacas por polución ambiental creció un 10%.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) la mortalidad ha crecido con la polución ambiental, la que señala como uno de los primeros riesgos para la salud.

Asimismo, el Índice de Calidad del Aire de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos determinó que los niveles altos de contaminación atmosférica perjudican directamente a quienes padecen asma y otras afecciones respiratorias o cardíacas. En tanto, la prevalencia del cáncer avanza, las lesiones pulmonares son importante causa de morbilidad y morbilidad, gasto médico y ausentismo laboral.

Causa-efecto. Las alteraciones producidas por sustancias tóxicas en nuestro organismo son más fáciles de identificar y evaluar si los efectos son inmediatos.
La asociación causa-efecto es mucho más difícil cuando el tóxico causa daños luego de largo tiempo de la exposición, si las manifestaciones metabólicas, fisiológicas o patológicas aparecen al cabo de años, como ocurre con contaminantes que inducen afecciones cardiovasculares o cancerígenas.

Más difícil aún porque generalmente no hay una única causa atribuible a una enfermedad.

Además, podría haber una sinergia entre partículas metálicas y químicas, formarse un cóctel letal, potenciar predisposiciones orgánicas o interactuar con otros factores desencadenantes de una patología. Y a menudo las combinaciones de químicos tienen efectos diferentes de los que tendrían de manera individual.

Los daños por exposición a un ambiente contaminado dependen del tipo de compuestos presentes en las mezclas, la vía de contacto, concentración, duración del contacto y tipo de metabolismo del organismo afectado.

Es probable que la exposición permanente o en períodos críticos a dosis bajas tenga mayor incidencia que si es breve a dosis altas. Es necesario tomar consciencia de que la exposición cotidiana es tóxica y tarde o temprano nos acarreará trastornos de salud.

Los contaminantes actúan como disruptores, es decir, interfieren en el funcionamiento correcto de la química corporal. Algunos se acumulan tanto tiempo que pueden pasar de generación en generación.

El cuerpo humano los retiene si posee poca capacidad desintoxicadora o si hay una sobrecarga en el ambiente donde se vive.

Estudios han evidenciado enlaces entre la polución y los efectos para la salud. Se demostró que la exposición a elevados niveles de hidrocarburos aromáticos, dióxido de carbono, nitrógeno o azufre, metales pesados y ambientes con alta densidad de partículas diversas, alteran las funciones metabólicas.

Bajo determinadas circunstancias, químicos presentes en el aire podrían generar malformaciones congénitas, daños cerebrales y al sistema nervioso. Tras cierto tiempo y en alta concentración, algunos son muy peligrosos, hasta ser letales.

Aunque es difícil precisar el impacto de la exposición a pesticidas o disolventes, está bien establecida su relación con varios tipos de cáncer, malformaciones congénitas, disrupción endocrina y neurotoxicidad.

Patologías emergentes. Las enfermedades relacionadas con la exposición ambiental a sustancias químicas se dispararon en el mundo durante los últimos años, también las defunciones por patologías con posibles causas medioambientales. Esto hizo sonar las alarmas sanitarias, junto a la aparición de nuevas enfermedades y mayor prevalencia de otras a las que atribuyen factores etiológicos de tóxicos atmosféricos.

Preocupan las “enfermedades ambientales o emergentes”: la sensibilidad química múltiple, fatiga crónica, hiperactividad infantil y otras, así como patologías que se inician de forma abrupta o insidiosa tras una exposición ocupacional, ambiental o accidental.

Inquieta, además, que el aumento de la polución urbana se reflejara con un incremento en ingresos hospitalarios y más casos de enfermedades cardiovasculares y pulmonares.

Investigaciones han confirmado una conexión directa entre los cambios ambientales surgidos del calentamiento global y amenazas a la salud. En 2014 se informó que la emisión de dióxido de carbono y otros tóxicos causaron unos siete millones de muertes en el mundo, superando la suma de defunciones por sida y malaria.

Efectos del calentamiento lo constatamos con altas temperaturas que aceleran la reproducción del mosquito del dengue, la sequía que determina mayor liberación de partículas en el aire. Como otros contaminantes, las inhalamos, día tras día, pero al padecer una enfermedad no la vinculamos con tóxicos. A menudo ignoramos el origen, hay que indagarlo, mejor aún, evitarla.

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Cancerígenos

Debido a la exposición a altos niveles de tóxicos ambientales, tanto en en países desarrollados como en desarrollo, la OMS clasificó en 2013 los tóxicos por vehículos en el aire contaminado como un cancerígeno humano dentro del “Grupo 1”, al evaluar la carcinogenicidad de la polución atmosférica. En tanto, años de investigación concluyen que solo la actividad humana involucra el uso frecuente de más de 80 mil sustancias diferentes y que anualmente se introducen o modifican en su formulación unos dos mil compuestos, en su mayoría tóxicos. Por tal razón, recomiendan no rebasar los límites de sustancias peligrosas para evitar riesgos a la salud.

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