Coctelera

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Bien, don Magino, ¡ya tenemos Papa! El favorito cardenal Joseph Ratzinger, nativo de Alemania, es el nuevo jefe de la Iglesia Católica y en su mandato tiene el nombre de Benedicto XVI. ¡Amén! El nuevo Papa no es un maní. Es el mago de los teólogos en el Vaticano y fue hombre clave durante el papado de Juan Pablo II, a quien sucede. A sus 78 añitos, es un hombre vigoroso, de mente lúcida y está a la derecha de su antecesor, lo cual no es una pendejadita. Ratzinger, hombre despierto todo el tiempo, enfrentará muchos problemas, pero de seguro que quienes propugnan por el control natal, la eliminación del celibato sacerdotal, una mayor participación de la mujer en las cuestiones eclesiásticas y otras cosuanitas, los que propugnan por esas cosas, repito, no deben estar muy contentos, pues el nuevo Papa los frenará sin duda alguna. Y que no le vengan con cuentos los artífices de la teología de la liberación, pues comenzando con Boff, ya Benedicto XVI ha tenido sus encontronazos con ellos. Los que esperaban un Papa revolucionario perdieron las apuestas. Por cierto, Maginito, un chusco decía ayer que si algún cardenal hubiera denunciado un fraude en el cónclave, la guardia suiza hubiera recibido órdenes de arrestar a todos los purpurados latinoamericanos, pues de allí tenía que salir el experto, de cualquier nacionalidad que fuera, ya que en cualquier país de este hemisferio hay especialistas en la materia. Pero otro chusco le corrigió, cuando le advirtió que también podían incluirse los cardenales gringos, pues ya en Miami, hace unos añitos, parece que hubo algo de «fraude colosal» para darle su ayudita al compañero Bush junior. ¡Aleluya!…

Maginito, ¿no cree usted oportuno que el gobierno explique a todo el país, sin rodeos de especie alguna, por cuales motivos se hizo socio de un hospital privado, en construcción, en Santiago de los Caballeros? Mire, viejito vagabundón y suspicaz, no es que se ponga en dudas la seriedad de la operación, pero la inversión de 42 millones de dólares, es decir, de unos 1,260 millones de los podridos, no es pajita de coco. No es secreto alguno que la construcción del hospital, un proyecto ambicioso con timbales, confrontaba dificultades económicas y que la actuación gubernamental va dirigida a salvar una obra que se considera importante para la salud en el país…

Por cierto, Magino, y ya que se habla de hospitales puede ser que resulten un tanto provocadoras las declaraciones atribuidas al fiscal local, en el sentido de que los familiares de pacientes muertos por falta de atenciones durante las huelgas en los centros del Estado, pueden recurrir a la justicia con acusaciones hasta de homicidios involuntarios. Eso, viejo verde, no es una bobería…

El nombre de Adolfo Francisco Scilingo, un antiguo oficial de Marina, es odiado por la mayoría de los argentinos. Recuerda, la mención de ese nombre, los crímenes cometidos por la dictadura militar durante siete años de vergüenza, de 1976 a 1983, cuando miles de argentinos perdieron la vida por su amor a la libertad. Scilingo llegó a España en 1997 y allí admitió haber participado en flagrantes violaciones a los derechos humanos, nada menos que delante del implacable juez Baltazar Garzón. Después quiso retractarse de la confesión. Una corte española procesó al asesino sudamericano, miembro de la antigua y tenebrosa Escuela de Mecánica de la Marina y esa corte impuso al criminal una sentencia de 640 años de cárcel, 21 años por cada una de los treinta presos que, desde el aire, Scilingo lanzó al mar en su patria, así como también otras penas por torturas y retención de detenidos. ¡Lástima grande que el criminal de Scilingo, hoy con 58 años, no vaya a vivir los 640 años que merece permanecer enjaulado! Y ojalá que esto sirva de ejemplo a los muchos Scilingo que aun quedan dispersos por este mundo, en la creencia de que sus fechorías jamás serán descubiertas y muchos menos sancionadas…

Creo, Magino, que el viejo amigo y profesor de educación física, Enrique Marchena Pérez tiene más razón que el carajo cuando sugiere que del el proyecto de ley de deportes que cursa en el Congreso, después de ser observado por el Poder Ejecutivo, debe eliminarse toda mención del deporte escolar, de la educación física escolar. Eso es competencia de la Secretaría de Educación y ojalá se entienda, alguna vez, que la educación física escolar es una materia más en la «carrera» del estudiante. Amén.

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