Coctelera

Coctelera

Muy buenos días,  mi querido Magino. Poco o nada me sorprende el hecho de que el país pierda 15,000 millones de los podridos al permitir que se dañen equipos médicos adquiridos por unos 25,000 millones. Y no puede sorprenderme que eso ocurra en una tierrita donde un tomógrafo computarizado se daña cuando se permite que una gotera destruya su ordenador.

El secretario de Salud, doctor Bautista Rojas Gómez, manifestó que esas compras han sido realizadas a contar de 1995. No hay duda alguna, mi querido Magino, que lo  menos que debe causar el conocimiento de estas cosas es una profunda irritación. Esta es una nueva prueba de que el contribuyente no tiene quien lo defienda….    Salud Pública  haría un gran servicio al país si publica una lista detallada de cada compra realizada a contar de 1995, hasta llegar a los 25,000 millones de los hediondos. Debería señalarse la fecha de cada compra, quién la autorizó a nombre del gobierno, a quién se le compró en el país o en el exterior y muy especialmente cómo se pagó cada adquisición de equipo o de materiales. ¿Es ésto mucho pedir a las autoridades, ante una vagabundería tan costosa? ¿Hasta cuándo tendremos que soportar que los dineros que pagan los come-jaibas en impuestos se inviertan en forma no santa? ¿Hasta cuándo viviremos como encubridores de maniobras que ameritan ser aclaradas?…. Pero mientras  estas cosas suceden, mi querido Magino, se denuncia que un hombre perdió una mano cuando no pudieron injertársela en el Salvador Gautier por falta de hilo y algunos materiales quirúrgicos. El sobre de hilo, se dio cuenta, vale alrededor de 500 pesos. Al momento de la denuncia de que la falta de materiales provocó la pérdida de la mano de un hombre herido en una riña, se anunció que el Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS) suministró un millón de pesos al hospital, cuyas asignaciones había retenido durante varios meses. Es una lástima, viejo Magino, que con el millón de pesos abonado a cuenta, no pueda devolvérsele la mano a un dominicano que la perdió por falta de recursos en un centro del IDSS…. Por cierto,  Maginito, todos sabemos que el país necesita defenderse de los traficantes en estupefacientes y reclama, por tanto, reforzar las vías terrestres, marinas y aéreas. Pero como que duele muchísimo eso de que un país cargado de problemas, tenga que comprar aviones en Brasil para defender los cielos criollitos. Y es chocante, amigo del alma, que la primera potencia mundial, receptora de la mayor parte de las drogas que pasan por estos lares, no facilite las aeronaves a un país pobre que tanto le cuida sus fronteras. Pero así es la vida. El valor de esos aviones brasileños lo invierten los norteamericanos en una hora de «vigilancia» en Irak, en una guerra que jamás ganarán y que le costará muchas vidas y muchos recursos económicos…. El ingeniero  Diandino Peña afirma que él no dirigirá la construcción de una segunda fase del Metro. Y aclara que el gobierno actual no emprenderá esa etapa sino que prepara los estudios de lugar para dejarlos al régimen que venga de inmediato, que el peledeísmo busca que también esté encabezado por Leonel Fernández. Pero mientras Diandino habla así, la presidencia del Colegio de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (CODIA), favorece que se emprenda la nueva línea del Metro. Dado el entusiasmo codiano, vale sugerir a ese organismo que se faje a organizar telemaratones de radio y televisión, rifas, sanes, colectas públicas por todo el país, para que así recaude los dineros que se necesitan para la segunda fase del controversial Metro ¡La patria agradecería el gesto!… Las Jode  son la del carajo. Ahora aspiran que las deudas que se les dejan -unos cuatrocientos millones de pesos- se pasen al valor de la propiedad inmobiliaria y no se cobren a los clientes cuberos. Jode Este, Jode Norte y Jode Sur, las dos últimas, en su totalidad, propiedad del Estado, tienen un tupé que manda madre. Imagínese usted, mi querido Magino, que Bolívar Trucupey vive en una casa propiedad de Pichón de Burro. Trucupey no paga la luz como es debido y cuando sale del lugar donde vive, deja una deuda de 100,000 cocos. ¿Es justo que esa deuda vaya al valor inmobiliario de la propiedad de Pichón de Burro, quien a lo mejor no pudo cobrar los alquileres al salteador de Trucupey? ¿Por qué carajo las deudas tienen que ir a la propiedad inmobiliaria? ¿Y las fallas de las Jode, que pelan a los llamados usuarios del servicio energético, quién las resarce? Vale esperar que el Congreso abra bien los ojos y no se deje embaucar, nueva vez, por estas Jode que joden de verdad.

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