Coctelera

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El maestro Rafael Solano, mi querido Magino, es un auténtico sello de orgullo para el arte dominicano. En todos los órdenes. No solo como músico y compositor, sino también como promotor de una generación de artistas de valía. Pero es, al mismo tiempo, un hombre de valor y justo por encima de todas las cosas. Solano, junto a la distinguida autora, pianista y educadora musical señora Catana Pérez de Cuello, ha regalado al país la obra “El Merengue, música y baile de la República Dominicana”, premiado en la Feria Internacional del Libro, y que contó con el auspicio de Verizon…

La señora Pérez de Cuello ofrece un minucioso trabajo relacionado con la “génesis del merengue, raíces, trayectoria y difusión en el siglo XIX”, mientras que el maestro Solano enfoca el tema “entre dos siglos, música y músicos del merengue”. Solano realiza un excelente trabajo en el cual analiza la forma en que el merengue se introdujo en los llamados “salones”, las primeras orquestas formadas en el país y la manera en que la música fue aprovechada en el campo político…

Solano no muestra temor en reconocer algo que mucha gente, solo por miedo, le saca el cuerpo: la participación de La Voz Dominicana en el arte popular. Solano escribe, con mucha propiedad: “Merece una mención especial (La Voz Dominicana) en razón de haberse suscitado en ella, sin lugar a dudas y durante su período de existencia, el mayor florecimiento de nuestra música popular, particularmente en cuanto a la materia que nos ocupa, el merengue. Necesario es aclarar que la anterior aseveración emana de un punto de vista únicamente musical sin que la misma contradiga necesariamente el auge del merengue durante las últimas décadas, cuando ya la función de dicha emisora como centro de proyección y desarrollo artístico había dejado de existir”. El hecho de que La Voz Dominicana estuviese bajo las férreas manos del general José Arismendy Trujillo Molina no quita ni a éste ni a la planta, sus méritos en el desarrollo del arte popular…

Más adelante el reputado maestro añade: “La Voz Dominicana, respetando su nombre, se convirtió y así permaneció durante largos años, en el centro hacia donde gravitaba, y alrededor del cual giraba todo el talento musical del país. Clásicos y populares forjaban y compartían un diario devenir artístico de continua producción en todos los órdenes, mediante agrupaciones que iban desde el más sencillo dúo hasta amplias formaciones sinfónicas, incluyendo presentaciones de óperas con personal nativo”…

Entra, entonces, en citas sobre el auge del merengue en la planta radiotelevisora, destacando al olvidado conjunto “Alma Criolla”, que dirigió Rey Fernández y que tenía por cantante a Ramón Beato y como principal saxo a un hombre-historia como Tavito Vázquez. Recuerda Solano a las hermanas Cruz (Thelma y Celeste), y al inolvidable Trío Reynoso, que hizo época. Solano, al mismo tiempo, saca a relucir tres orquestas de primerísima calidad, la San José, la Angelita y la Melódica. Rinde tributo a su colega Papa Molina, director de la San José, cuando afirma que “el merengue impuesto por Papa Molina es sonoro, brillante, espectacular y a la vez bailable”…

El maestro Solano también se refiere al merengue en Radio Caribe, emisora que en las postrimerías del gobierno de Trujillo, según afirma, “funcionaba bajo la vigilancia personal de Ramfis Trujillo, siendo prácticamente el cuartel general de Johnny Abbes”. Es seguro que al maestro Solano mal se le informara en ese aspecto de la cuestión, pues Ramfis Trujillo jamás tuvo vinculación alguna con la planta radial que sí estaba, desde el punto de vista político, controlada por Abbes, el jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) de la dictadura. Fuera de la condenable campaña política, Solano pondera la creación de una orquesta que dirigió el cubano Agustín Mercier, con el propio Solano como arreglista y director musical. Mal informaron también a Solano cuando le participaron que esa orquesta fue enviada a Puerto Príncipe como “gesto de cortesía” a un cumpleaños del dictador Francois Duvalier. Esa orquesta sí viajó a Puerto Príncipe, pero contratada por Fritz Laforest para el Casino Internacional, por la suma de cinco mil dólares, más los gastos de pasajes y alojamiento en la capital haitiana…

El maestro Solano se refiere en su obra a los esfuerzos desarrollados por Luis Alberti y Antonio Morel en favor del merengue, especialmente Alberti, un músico querido y respetado en toda la sociedad dominicana de entonces. El maestro trata, también, la participación de orquestas y conjuntos en el exterior y no hay duda alguna de que hace aportes muy importantes a la historia de la música criolla. El autor de “Letra y Música” (1992) y de la más internacional de todas las canciones criollitas, “Por Amor”, merece palmas junto a doña Catana y palmas, también, para Verizon por haber patrocinado ese trabajo.

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