Coctelera

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Mi queridísimo Magino, como usted está de huelga y dado que usted ama la vagancia más que al refresco de jagua, me permito invitarle, para su lectura hoy, ya que tiene tiempo disponible, a un trabajo escrito por el ilustre abogado dominicano don Manuel Ubaldo Gómez al iniciarse el mes de diciembre de 1910, es decir, hace cuando menos 93 años. Sin más comentario, chúpese un cajuil que parece cosechado en estos precisos instantes….

«Entre los signos más característicos de la decadencia de los pueblos ninguno aventaja a la falta de sanción moral. Entre nosotros, i entre nosotros tenemos muchos de los pueblos hispano-americanos, se mira a los ladrones y delincuentes al por menor o de baja esfera, con la mayor repugnancia. Sin duda la sanción social, en estos casos equivale entre los delincuentes que tienen algún resto de amor propio, a la mayor de las penas físicas, pues viene a ser una pena que les ataca en lo más íntimo de su sentimiento moral….

«No obstante lo expuesto contrasta sobremanera que a los que roban al por mayor, lo mismo que a aquellos que la política ha elevado por más delincuencias que cometan, ni les alcanza la pena aflictiva que les impone la ley, ni la moral que debe imponerles la sociedad con el desprecio público, y esto, aunque es triste confesarlo, tiene su origen en que no se rinde culto a la virtud sino al dinero y a la fuerza…

«Los comerciantes que roban los dineros del fisco introduciendo contrabandos, los empleados administrativos que se enriquecen a fuerza de filtraciones e los dineros que manejan, los jueces que especulan con la justicia, los notarios que cobran más de lo que la ley les autoriza o hacen actos nulos o frustratorios, los abogados que a sabiendas meten en malos pleitos a sus clientes, los agrimensores que en sus operaciones geodésicas cometen venalidades, los que en el tapete verde arruinan padres de familia, los que falsifican firmas para hacerse entregar dinero, son más ladrones que los simples rateros i que los que en los campos roban cosechas y animales, i sin embargo, se quedan libres, no porque las leyes no castiguen sus delincuencias, sino porque en muchos casos los delincuentes están por encima de las leyes….

«Y todo esto se explica por la falta de sanción moral, porque la sinceridad no les desprecia sino que por el contrario les permite codearse en los clubs i en las reuniones más aristocráticas con sus colegas que han tenido por norma el respeto personal en sus profesiones o empleos….

«Los que adquieren dinero aun a costa del crimen o de su honra, los que la política lleva del fondo a la altura, poco importa que hayan sacrificado la vida, los intereses, i la honra de sus semejantes para que se les de acceso en los principales centros sociales, se les mime y se les adule….

«Hay que reaccionar hay que poner coto a la grangrena social, y eso puede hacerlo la juventud sana y honrada aunando los buenos elementos, rechazando los malos, premiando las virtudes i despreciando los vicios»….

Dígame, don Magino, ¿no es el cuadro descrito por don Manuel Ubaldo Gómez en 1910 muy parecido, igualito, o ampliado, al existente hoy en la sociedad dominicana? ¿Cuántos de los ladrones a que alude el ilustre jurista vegano –de esos que son mimados por la sociedad– se darán por enterado al leer estas líneas? ¿Se remorderá la conciencia a estos cabrones que llevan el país al abismo?….

Creo, como creía don Manuel, que es la juventud la llamada a enfrentar estos males. Puede que se diga que es muy fácil pedir sacrificios a los demás. Ya la juventud, en anteriores ocasiones, quiso poner freno a la situación y fue destrozada por las fuerzas del caos y apoyadoras de vagabunderías. No olvide, Maginito cuánto ocurrió al «Movimiento 14 de Junio» encabezado por Manuel Aurelio Tavares Justo y un grupo de idealistas….

La juventud, sin embargo, no puede bajar la guardia. Debe enfrentarse con coraje y decisión a los males que aquejan al país, y debe hacerlo con el uso civilizado de los medios que la Constitución y las leyes ponen a su alcance. Me refiero, desde luego, a esa juventud que se capacita, se prepara debidamente, y detesta esas lacras que tanto gustan a parte de una juventud que quiere dinero a cualquier precio para dedicarlo a las drogas, a la vida fácil, aunque delinque los lleve a la tumba. Mire, Maginito, digan cuanto digan, la aspiración de don Manuel Ubaldo Gómez cobra cada día más vigencia, pues si no hay sanción moral para los carajetes que se consideran dueños del país, entonces si es verdad que corremos peligro, pues el caos en que se vive hoy algún día tiene que desaparecer de cualquier manera, y no será, entonces, rezando a La Altagracia o a La Mercedes como se logrará el orden necesario.

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