Coctelera

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Querido Magino, ¡qué contento estoy! «New Scientist», una revista británica –tenía que ser inglesa– acaba de descubrir que Napoleón Bonaparte, recién fallecido, no murió de cáncer estomacal sino de una sobredosis. No vaya a pensar mal del gran corso, pues no se trató de una sobredosis de lo que usted piensa, sino de una sobredosis de medicamentos usados por los médicos que le atendieron en Santa Elena.

Con esta noticiota se salvó la humanidad: los gringos se irán de Afganistán y de Irak. No se le joderá más la pista a Irak y a Sadam Hussein lo designarán representante de los Niños Cantores de Viena en Teherán, pues irá allí en condición de exiliado privilegiado…

Eso no es todo, el maravilloso descubrimiento permitirá que el pesos dominicano se coloque prácticamente a la par con el dólar de los Estados Unidos y que los apagones cesen antes del 16 de agosto, para evitar que nuestros distinguidos huéspedes extranjeros que vendrán a observar el juramento presidencial de Leonel y la despedida de Hipólito se formen una mala opinión de los dominicanos y eso perjudique la inversión extranjera y al turismo…

El hecho es que a Napoleón, después de la batalla de Waterloo –que a lo mejor se redescubre que ganó– le colocaban peligrosísimas enemas a base de cloruro de mercurio y no conformes con eso le aplicaban dosis de tartrato de potasio antimonio para hacerlo vomitar. El emperador derrotado y derrocado le salío huyendo a las enemas para evitar que los ingleses fueran a creer que mostraba señales cundanguiles y los vómitos, que se sucedían uno tras otro, hoy ponen a pensar a cualquiera: ¿creía el emperador que, con visión de futuro, se encontraba en muchas de las calles del Santo Domingo del 2004, vías repletas de esperdicios de todas clases, coleccionistas de aguas negras y poseedoras de un mal olor que pondrían a vomitar hasta los infelices prisioneros que según el consagrado Gordon Thomas en «Las Torturas Mentales de la CIA», eran sometidos a los más crueles vejámes por el desalmado canadiense Ewen Cameron, un Joseph Mengele de la `guerra fría`?…

Establecer las causas reales que provocaron la muerte de Napoleón Bonaparte hace algunos días, es algo que reconforta el espíritu, y hace que cualquiera olvide la demostración de timbales que ofrecen las jodes energéticas que controla el gobierno, cuando envían a las calles a sus unidades a `cortar la luz`, unidades de las cuales forman parte soldados cuya preparación se supone que ha costado muchísimo dinero a los contribuyentes y que deberían estar en sus cuarteles o cultivando la tierra en la zona fronteriza, en vez de ser utilizados para meter miedo. ¿Qué luz del carajo van a cortar, si luz es algo que desaparece a la carrera de la vida dominicana?…

Pero eso no es todo. El expediente Bonaparte que traen a primer plano los científicos, recuerda que las Jode –Norte y Sur– reunirán sus consejos de administración el próximo 6 de agosto, y uno de los puntos de la agenda de las reuniones es aquel que establecería si procede el reparto de dividendos. Suponemos que eso es pura rutina retórica, aunque a lo mejor en este país de lo imposible y de millones de carajetes, se produce el milagro de que los apagones eran provocados para ahorrar dinero y en un proceso de reingeniería explotadora, lograr beneficios. Lo lindo de todo, Maginito, es que ese 6 de agosto, diez días antes del cambio «de mando», serán electos nuevos consejos de administración de las Jodes. Suponemos que el 17 a más tardar le habrán roto la siquitralla a los `electos`, siempre y cuando no tengamos más de lo mismo…

Napoleón, según los médicos, le salió huyendo a las enemas por que se usaban contra él enormes y afilados pistones. Pero por aquí, mi querido Magino, no hemos podido salir de otras enemas como la especulación y la corrupción –la misma vaina– que se colocan a un pueblo indefenso hasta cierto momento. La memoria del emperador refresca el caso de la enema fiscal que se encuentra en el Congreso y que será modificada por mas partes que el carajo, pues hay intereses que no se pueden lastimar ni siquiera con motivos para expulsar la hiel contenida  y es al pobre pueblo al que se debe aplicar el tartrato de potasio para sacarle hasta los intestinos por la vía bucal. A los otros, a los que «dieron», a esos hay que devolverle lo suyo…..De todos modos, Maginito, !que contento estoy! El pobre Napoleón no murió de cáncer. A lo mejor dentro de un tiempecito otra hipótesis se plantea y se podrá afirmar que murió de hambre. Le pasó como al burro del pobre hombre que no alimentaba al noble bruto: cuando éste se acostumbraba a no comer, cayó redondito !Cualquier parecido o semejanza con dominicanos que no ven a «Linda es pura coincidencia.

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