Coctelera

Coctelera

¡Ola, Magino —así mismito, ola sin hache— ola no de saludos, sino de apagones. Ya que el presidente Hipólito declara que hay “cuartos”, cuartos para dejar al gobierno que viene, ¿por qué no coger un chin de esos cuartos para comprar un chin de energía y ofrecerla a los pendejos que aún le pagan a la CDEEE? No, por nadita…

Debemos comenzar hoy, mi querido viejito amigo, con una nota penosa, el fallecimiento del amigo y muy prestante ciudadano doctor Jorge Martínez Lavandier. Fue, Martínez Lavandier, un hombre íntegro, honrado a carta cabal. Desempeñó las funciones —varias veces— de director general de Aduanas y de Rentas Internas. Pasó por la administración del Bagrícola y la Superintendencia de Bancos. Se le consideró un raro espécimen, pues jamás buscó riquezas y murió en la pobreza, solo con una pensión del Estado, pensión que le fue mejorada en la actual administración, cuando de hecho ya no podía disfrutar de la correspondencia estatal con uno de sus más eficientes servidores. Fue columnista del diario El Nacional y durante años reclamó que se estableciera una reforma constitucional para que los funcionarios públicos, con el jefe del Estado a la cabeza, rindieran cuentas al pueblo de cómo administraron los recursos gubernamentales.

De más está decir que nadie le hizo caso, pues parece que cuanto gusta es precisamente todo lo contrario a lo que pedía Martínez Lavandier. El Coctelero se descubre, respetuosamente, ante la memoria de su querido amigo Jorge Martínez Lavandier, un dominicano ilustre que fue calificado de pendejo por haber cometido una “falta” imperdonable: no haber sido ladrón..

Maginito, ¿sabe usted, acaso, de que a un funcionario medio de un organismo descentralizado le dieron “vacaciones” cuando se opuso a la entrega irregular de equipos del Estado a un grupo que los reclamaba? Las ‘vacaciones’ son de 45 días. No averigüe más…

¡Las cosas de los ingleses! Ahora tenemos que en un museo londinense se usarán los excrementos humanos para producir energía. Eso, de hecho, no constituye novedad en la tierra del entreguista Tony Blair. La energía producida será usada para iluminar el propio museo. Un comerciante amigo comentó que el proyecto no le entusiasma mucho, en vista de que la entrada al museo es gratis y, por tanto, no podrán hacerse especiales de ‘dos por uno’, es decir, permitir usar las instalaciones sanitarias a dos personas con el pago de una sola. La idea, sin embargo, será llevada a los administradores de instalaciones públicas dominicanas, especialmente de los estadios deportivos, a ver si entonces se convierten en menos sucios…

Magino, como me lo contaron, lo cuento: dicen que las autoridades norteamericanas que se reúnen con las del gobierno que viene siempre ponen unas condicioncitas para ‘socorrer’ a este bello país caribeño. Y ésas son: 1) procesos judiciales de los responsables de los fraudes bancarios, todos los responsables, encuéntrense donde se encuentren. 2) Persecución de la corrupción gubernamental en los estamentos civiles y militares. 3) Seguridad absoluta de los aeropuertos y puertos dominicanos. Todavía, maginito, me dicen que los gringos no se olvidan de un pasajero que salió de aquí en el tren de aterrizaje de un avión y llegó a territorio estadounidense. Ahí mismo se inició el corredero hacia Dominicana, donde las autoridades, creyendo que iban a coger de pendejo a alguien, comenzaron a hablar boberías en relación con la “seguridad imperante”….

Los timbales de Unión Fenosa son más sólidos que aquellos que tocaba el viejo Pernía cuando le venía en ganas, en la Siboney. Ahora los dichosos españoles de la energía afirman que se fueron de este país en septiembre pasado por las condiciones regulatorias del mercado local, condiciones que alteraron sus planes de evolución. Lo que no dicen esos carajos, ni sus protectores locales, es que comieron filete desde los días en que una administración Balaguer los trajo para asesorar a la entonces Corporación Dominicana de Electricidad, lo que les permitió conocer muy bien lo que, años después, cogerían para la formación de Jode Norte y Jode Sur, bicocas en que el Estado tenía un 50 por ciento y que cuando la piña se apretó tuvo que comprar a los iberos pagando una nalga y la mitad de la otra, entrando así en una carretera que después de la paliza que le dieron al oficialismo el pasado 16 de mayo, ha culminado, en estos días, poniendo de moda aquella vaina que, en el decenio del 40, comenzó a cantar “a lo oscuro metí la mano, a lo oscuro metí los pies”…

Bien, Maginito, mañana, si Dios quiere, será otro día, otro día más en que los responsables de vender energía a la población se quedarán muy calladitos por los apagonazos que joden a este país por los cuatro costados. ¡Aleluya!

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